José Manuel Caballero Bonald ("La noche no tiene paredes"): "Afortunadamente sigo siendo un desobediente" (Virginia Montero - lavozdigital.es)
El jerezano asegura que «la poesía es para mí una cuestión más lingüística que temática, cosa que cada vez me importa menos. Lo que enaltece o arruina un poema es el lenguaje».
Semejante a la noche, vengo/ del negro y voy al blanco y busco/ dispensarme de mí con ese blanco y nunca/llego a ser lo que yo más deseo:/ esa palabra suficiente que precede a la última. Estos versos pertenecen al poema Vengo de una palabra, de La noche no tiene paredes. José Manuel Caballero Bonald presenta hoy en su Jerez natal este penúltimo poemario -habrá más, seguro- que recoge casi un centenar de composiciones que dicen mucho más de lo que parece.
-Hoy presenta en Jerez (20.30 horas, en la Fundación Caballero Bonald) su último libro La noche no tiene paredes ¿a qué actitud suya responden estos poemas?
- No sé, supongo que a una especie de incentivo para interpretar todo lo que me conmueve y también para enfrentarme a todo lo que rechazo. Nunca me olvido de una aseveración de Pavese: 'La literatura es una forma de defensa contra las ofensas de la vida'. Pues eso, por ahí me muevo...
-El amor, el paso del tiempo, la complicidad de la noche, la realidad y la ficción siguen presentes en sus poemas. ¿Se sigue preguntando las mismas cosas que cuando tenía 30 años? ¿Cuáles de esas preguntas sí ha logrado responderse en su vida?
-La poesía es también una contestación a una serie de preguntas. Este libro, todos mis libros, están llenos de preguntas. A algunas las contesto pero otras no tienen contestación.
-¿Hay una poesía para cada edad o la poesía no tiene edad?
-Digamos que a veces la poesía no tiene la edad que aparenta. Me enorgullece que algunos críticos digan algo así a propósito de mis últimos libros. Yo también creo que la poesía tiene algo de paliativo y que además te rejuvenece de algún modo. Al menos, la que yo hago.
-Manual de infractores sorprendió por su frescura y su rebeldía, según se dijo tras su publicación. La noche no tiene paredes sigue en la misma línea. ¿Le extrañó que se produjera esa sorpresa o el primer sorprendido fue usted?
-No, no me sorprendí en absoluto. Tengo la sensación de que un ramal de mis rebeldías, de mis luchas particulares por la libertad, reaparece como una constante ética en toda mi obra.
-En literatura, ¿qué le queda por hacer y por conseguir?
-Creo que conseguí lo que me propuse, pero ignoro si todavía me queda algo por hacer. Lo malo es que ya no tengo mucho tiempo, ando ya muy acomodado en el arrabal de senectud. Somos el tiempo que nos queda.
-¿Hay algo que cree que no hará nunca?
-Sí, pactar con los majaderos y los resentidos, con todos esos adeptos al nacionalcatolicismo y la santa tradición como todavía circulan por ahí.
- Lleva un tiempo diciendo que seguirá escribiendo poesía pero no prosa. ¿Sigue pensando lo mismo?
-He perdido el gusto por la narrativa. Sólo la poesía me atrae y me sirve de justificación personal.
- ¿Cómo se enfrenta Caballero Bonald a la escritura de un poema?
-Ese es un asunto muy complejo. Ya he recordado que, para mí, la poesía es más una cuestión lingüística que temática. La temática cada vez me importa menos. Lo que enaltece o arruina un poema es el lenguaje. De modo que en lo yo me ocupo, antes de nada, es en lograr que ese lenguaje me descubra, a mí y al lector, un mundo desconocido.
-¿Cree que la poesía es la hermana pobre de la novela (en ventas, en lectores...)?
-No, no lo creo. Mis dos o tres últimos libros de poesía han tenido casi tantos lectores como mis novelas. Al menos, han tenido tantas ediciones -siete u ocho- como algunas de mis novelas.
-Presenta el libro en la Fundación jerezana que lleva su nombre. ¿Cómo ve el trabajo que se está haciendo en ella? ¿Cómo ha cambiado en los últimos años la vida cultural de Jerez? ¿Qué cree que le hace falta a la ciudad?
-Estoy muy satisfecho con el equipo que trabaja en la Fundación. Están llevando a cabo una tarea muy positiva y fructífera. En cuanto a la vida cultural de Jerez, no sé muy bien qué decirle. Como usted sabe, yo vivo entre Madrid y Sanlúcar y no voy a Jerez con la asiduidad que quisiera. Pero yo creo que la Fundación ha dinamizado el clima cultural local, sobre todo a través de sus congresos y ciclos de conferencias. Aunque también es verdad que el hecho de que Jerez haya dado un narrador como Juan Bonilla justifica una larga espera.
-¿Qué le quita el sueño?
-Nada especial. Mis insomnios son congénitos.
-Ha viajado y vivido en muchos lugares pero le gusta abrir una ventana y ver cerca el Coto de Doñana. Al margen de que Jerez sea su ciudad natal, ¿qué cree que tiene de especial esta tierra?
-Me agrada repetir que el lugar donde se descubre el mundo ya es para siempre el compendio simbólico del mundo. Lo que pasa es que hay que saber trascender ese legado. Los localismos son todos impresentables.
-Tanto en su prosa como en sus versos la pulcritud, la minuciosidad, exactitud y belleza del lenguaje es uno de sus signos de identidad. ¿Cree que hoy, en literatura y en general, se cuida el lenguaje o se maltrata?
-La poesía es un acto de lenguaje, un hecho lingüístico, como ya he dicho, y eso no parece preocupar a una gran mayoría de escritores que se autodenominan poetas.
-Si le dieran a elegir en qué año nacer, ¿qué otra época le hubiera gustado vivir? ¿Por qué?
-Me parece muy bien haber vivido entre el siglo XX y el XXI... Es un ciclo histórico apasionante, qué duda cabe.
-Y si no se hubiera dedicado a la literatura, ¿qué habría sido Caballero Bonald?
-Tal vez me hubiese dedicado a la vida contemplativa.
-La noche no tiene paredes tiene casi un centenar de poemas. ¿Habrá más versos de Caballero Bonald próximamente?
-Es muy posible. Afortunadamente, sigo siendo un desobediente. Y ya se sabe que la gran literatura está hecha por grandes desobedientes.
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