Contra las ocurrencias (José Vidal-Beneyto - elpais.com)
La notoriedad de algunos divulgadores periodísticos y la perversa equivalencia actual de notoriedad y prestigio, obliga a recordar que el artículo ensayístico es hoy casi siempre seudoliteratura o prédica política, es decir intento de imponer las propias convicciones. La única garantía de que así no suceda es que el ensayista se apoye en un suficiente patrimonio de conocimientos antecedentes, sea científico, técnico, filosófico, etcétera. En España hemos tenido ilustres ejemplos en Ortega y Gasset, Laín Entralgo, José Luis Aranguren, Julián Marías etcétera.
Desgraciadamente hoy, en la mayoría de los casos, se procede desde la ignorancia, con improvisación y con urgencia, accionando el solo vector de las ocurrencias, hipótesis inverificadas, cuya inconsistencia es patética frente a los resultados de la observación y el análisis. No basta con descalificar la calidad de la divulgación propia de la literatura o de la narración, que se pretende descubridora de la realidad.
Hay que seguir el ejemplo de las largas digestiones de nuestro maestro en ensayismo, Walter Benjamin, que para producir los 36 folios de París, capital del siglo XIX, acumuló 1.102 páginas de resúmenes, apuntes y materiales varios (Suhrkamp 1982, Akal 2005). Sólo así, como él nos señala, podremos entender la diferencia entre el ensayo pensado desde el saber de lo real (Herodoto) y las insignificancias que nos proponen los improvisadores al uso. Sólo así conseguiremos utillarnos para entrar con recursos suficientes en el conocimiento real de la realidad.
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