domingo, 21 de junio de 2009

James Meek ("Iniciamos nuestro descenso"): "La TV convierte a los occidentales en populacho ante la horca"

James Meek ("Iniciamos nuestro descenso"): "La TV convierte a los occidentales en populacho ante la horca" (César Coga - ideal.es)

El escritor inglés refleja en una novela su experiencia como corresponsal en Afganistán.

James Meek (Londres, 1962) ha trabajado varios años como corresponsal de guerra del diario 'The Guardian' en Afganistán y precisamente en torno a ese conflicto interminable y sin visos de solución gira su novela 'Iniciamos nuestro descenso' (Roca Editorial, serie Miscelánea). Un relato sin concesiones por parte de un autor que en esta su cuarta novela habla de lo que más conoce: guerras y periodismo.

-¿Ven los soldados y la población a los periodistas que cubren una guerra como integrantes de alguno de los bandos?

-La guerra tiene muchos participantes. No todos ellos son literalmente soldados. La única forma de no verse implicado en una es no estar donde se produce. E incluso así, se puede estar participando. Por la propia naturaleza de una guerra, como periodista estás siempre buscando protección de un lado o del otro.

-Astrid, una de las protagonistas de la novela, dice que los periodistas también se alistan. ¿Eso hace imposible la objetividad?

-¿Objetividad? La dificultad real es acordarse, cuando uno está en medio de una guerra, de que es una cosa producida por los hombres y no un desastre natural, como un huracán o un terremoto. Esto es lo que quiere decir Astrid; que al ser un 'corresponsal de guerra' has aceptado la guerra, independientemente de que informes de las acciones de un lado o del otro. La verdad es que realmente hay sólo dos lados en la guerra, la guerra y la paz, y el corresponsal de guerra, no importa cuáles sean sus motivos, no se encuentra más en el lado de la paz que los propios soldados.

-¿Ha cambiado la percepción de las guerras por parte de los occidentales desde que los conflictos 'se retransmiten' por televisión?

-Hay tres formas de responder a una ejecución pública. Ignorarla; asistir a ella, mirar y marcharse; o luchar, utilizando ciertos medios, para impedir que ocurra, o impedir que vuelva a ocurrir. Las noticias en la TV de zonas en conflicto son importantes y necesarias, pero para muchos telespectadores son un espectáculo más, un entretenimiento. La televisión convierte a millones de europeos y americanos en populacho ante la horca.

-¿Y los intentos de entender a la población local? ¿Verdaderamente es posible entender una guerra atendiendo exclusivamente a la marcha de la campaña bélica?

-No he conocido nunca a ningún periodista que no se dirija a los civiles. En mi libro, la escena principal en la que los periodistas aparecen haciendo su trabajo implica entrevistar a un civil cuya casa ha sido bombardeada y sus familiares han muerto o han resultado heridos.

-Los ojos de EE UU se están volviendo hacia Afganistán mientras empiezan a olvidarse de Irak. ¿Es el origen del problema del terrorismo global?

-No existe nada a la que se le pueda llamar 'terrorismo global'.

-Afganistán es un país sin Estado, donde grandes ejércitos de todas las épocas han fracasado. ¿Deben inmiscuirse los occidentales allí o sería mejor dejar que el país se organizara (o se sumiera en el caos) por sí mismo?

-Los problemas para los ejércitos occidentales son tantos que es difícil pensar en una razón para que permanezcan allí. Incluso con nuevas tropas, la OTAN no está allí para protegerse sin utilizar ataques aéreos que matan a cientos de civiles. De hecho, EE UU y Gran Bretaña están actuando como mercenarios que prestan apoyo a un Gobierno afgano corrupto e ineficaz. Cuando EE UU y Gran Bretaña ganan batallas, no tienen autoridad civil o personal civil para consolidar sus ganancias.

-Da la impresión de que Occidente no sabe muy bien qué hacer allí, cómo abordar el problema.

-No tengo ninguna simpatía por lo peor de los fundamentalistas islámicos y la odiosa adoración por la ignorancia que crece con fuerza en el Afganistán rural. Aunque son valientes y duros, y algunos se atienen a ciertos ideales, los desprecio por el asesinato de los maestros, por su odio y miedo a las mujeres y al arte, su glorificación de la violencia, su corrupción de los niños y de los jóvenes, su hipocresía, su arrogancia y su crueldad. Pero esa es la naturaleza de la larga guerra de Afganistán, desde los tiempos de la invasión soviética y antes: una guerra entre la ignorancia y la ilustración.

-¿Y cómo se combate en esa situación?

-Es una guerra que no puede hacerse sin pistolas y fusiles, pero que al mismo tiempo no puede hacerse sólo con pistolas y fusiles. Tampoco puede hacerse cuando se tiene una cultura (los americanos y los británicos) que usa sólo pistolas y fusiles, y otra, completamente diferente, aparentemente en el mismo lado -el Gobierno afgano- que es responsable de todo lo demás.

-En ese contexto, ¿arreglará algo del problema la llegada de nuevos contingentes occidentales?

-Ver a la OTAN en Afganistán es como ver a Rafa Nadal sacar en un partido. Golpea la pelota con gran potencia y precisión, pero desafortunadamente está jugando al tenis, mientras dos equipos de once personas están en el campo con él jugando al fútbol.

-¿Deberían retirarse, por tanto?

-Lo triste es que el final de la intervención occidental puede que no ayudara a Afganistán a acortar la guerra. Primero, décadas de conflicto y de predicación influida por los saudíes han exacerbado las diferencias entre el norte del país tayiko-hazara-uzbeko y el sur pastún: ya en realidad no es un país. Segundo, lo que va a conseguirse sin la intervención occidental es la intervención oriental: Pakistán, Irán, China, India y los países de Asia Central luchando, a través de sus representantes, en busca de influencia y recursos.

-¿Afganistán se parece más que a Irán a Vietnam, en el sentido de la dificultad de controlar el país?

-Afganistán no es como Irak. Afganistán no es como Vietnam. Afganistán es Afganistán.

-¿Puede la crisis económica mundial tener consecuencias en la evolución de conflictos como éste?

-Estoy seguro de que puede tenerla.



James Meek, en una imagen reciente.

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