miércoles, 24 de junio de 2009

“El último viernes”, cuento inédito de Juan Carlos Onetti

“El último viernes”, cuento inédito de Juan Carlos Onetti

Cuento inédito del escritor uruguayo al cumplirse 100 años de su nacimiento.

Con motivo del centenario del nacimiento del escritor uruguayo publicamos un relato inédito que, tras permanecer más de medio siglo oculto, ha sido rescatado por su hija y donado a la Biblioteca Nacional de Uruguay. El cuento -adelantado por la revista cultural Turia en su número especial sobre Onetti- fue escrito por el Premio Cervantes a lápiz, en un cuaderno de tapa dura, cuando vivía en Buenos Aires a principios de los años ‘50, y está acompañado de unos apuntes del autor que podrían indicar su carácter de borrador. “El último viernes” se incluye en el tercer volumen de las Obras Completas (Cuentos, artículos y miscelánea, página 336) que acaba de publicar Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores en coincidencia con el aniversario.

En cuanto lo hicieron pasar, Carner comprendió que aquel viernes iba a ser distinto. Creyó recordar tímidas premoniciones, trató de protegerse despidiéndose de la larga sala de espera que acababa de dejar, de la noche o el día eternos que imponían los tubos fluorescentes, de la humanidad pobre y silenciosa que se rozaba los hombros en los bancos sin respaldo, conservando rígidos los cuerpos durante horas, temiendo que su abandono significara la renuncia a su esperanza.

Se despidió de tantas semejantes, confundibles tardes de viernes que había elegido para visitar a Miller o ya, desinteresadamente, para visitar la Jefatura, atravesar el saludo de policías de uniforme; y perder la noción del tiempo entre los hombres y mujeres que llenaban la sala de espera, sin rostros, sustituibles, tal vez diferenciados en secreto por anécdotas de la desgracia.

Había elegido los viernes porque era su día franco en el diario y porque Hilda lo usaba para ir a la iglesia. Había olvidado la probabilidad de un gran empleo en provincias, y gastaba en paz los viernes oyendo fanfarronear a Miller, fumándole los cigarrillos, midiéndole la miseria, haciéndolo feliz con su atención y aceptándole los billetes doblados que le ponía en la mano al despedirlo.

Comprendió que aquel viernes iba a ser distinto, y acaso el último, porque Miller modificó de manera absoluta la farsa de la recepción y también el papel que le había asignado. No lo esperaba sonriente en el medio de la habitación, pequeño, cordial, gordo, juvenil, alargando los brazos para tomarle una mano y palmearla mientras recitaba con lentitud su discurso de bienvenida y sorpresa, en el que las erres inevitables arrastraban su húmeda blandura. El Miller de aquella tarde estaba sentado detrás del escritorio, fingiendo leer y corregir, en mangas de camisa y sin corbata, sudando apenas en el primer calor de la primavera. “Me va a decir que es inútil que siga viniendo, aunque hace tantos viernes que no hablamos del empleo ni pensamos en él. No va a cumplir con la cuota semanal, no me va a dar un solo peso, justamente hoy, la primera vez que hice planes contando con los billetes colorados”. Carner armó una sonrisa tranquila, indiferente, y estuvo esperando a que el otro lo mirara; dos pisos más abajo, en el patio embaldozado, sonaron botas, culatas, órdenes, removiendo el aire tímido de la tarde que empezaba a declinar, asustando a los insectos que anidaban en las hojas muertas de la victoria regia.

- Siéntate -dijo Miller sin alzar los ojos.

Con calculadora violencia, Carner tiró el sombrero sobre el escritorio y ocupó la silla de brazos. Alzó la tapa de la pesada caja de madera siempre llena de cigarrillos ingleses, tomó uno y la dejó abierta. Tironeó la cadenita del encendedor del escritorio y sopló el humo hacia delante, hacia la cabeza inclinada y redonda, de pelo rubio y escaso. Miller cerró la carpeta de introdujo de nuevo la lapicera en el tintero; miró la caja de cigarrillos abierta y eligió uno.

- Gracias -dijo con ironía y sin sonreir. Lo encendió con un fósforo, recostó la cabeza en el respaldo de cuero del sillón y chupó el cigarrillo, una vez, con los ojos cerrados, sin tragar el humo. Luego abrió los ojos y estuvo examinando la sonrisa de Carner; ya un poco ajada, desprovista de sentido visible.

- ¿Qué te pasa? -preguntó.

- Nada- dijo Carner -Vos sabés que hace años que no me pasa nada, nada que importe de veras. Pero soy feliz, por si vas a preguntarlo. Me cago en todas las cosas. Y en todas las cosas que se te puedan ocurrir. Prontuario de Carner, José, de treinta y un años de edad, casado o viudo, periodista.

Entonces Miller sonrió, pero era la sonrisa dulzona, retrospectiva y deliberadamente nostálgica de las tardes de viernes. “Así debe sonreír cuando un pobre infeliz, sentado en esa silla empieza a mentirle para salvarse. Así, con paciencia y seguro, agradeciendo al Dios de las tribus en que debe seguir creyendo -y si no él, los del padre y del abuelo que le quedaron como rastros de barba- estar en ese lado del escritorio y no en este, y creyendo también que lo merece.

- Apasionado y no del todo exacto -dijo Miller y se inclinó para acercarle un cenicero. -Treinta y dos años. Y la profesión declarada parece no ser la única. No se trata de full-time. Muchas veces hablamos de Hilda, de una mujer llamada Hilda.

- Sí. Muchas veces. Vive conmigo, vivo con ella, vivimos juntos. ¿Qué pasa con ella?

- Poco, nada extraordinario. Hasta llegaría a decirte que no pasa nada si no fuera tu mujer.

- Mi mujer -Carner rehízo su sonrisa, clara, insultante, pero no estaba dirigida a Miller- Nunca tuve, conocí o toqué a una mujer que fuera mi mujer. Hay una pieza de pensión que pagamos a medias, dormimos juntos, suceden con frecuencia momentos que me autorizan a decir sin mentira que vivimos juntos. En uno de ellos pensaba cuando lo dije recién. Puedo contártelo. O tal vez me ordenes que te lo cuente, comisario.

Miller echó la cabeza hacia atrás y contempló al otro desde el respaldo, hizo con los labios una mueca dulce y misteriosa.

- Me impresiona haberlo sabido hoy -dijo- las coincidencias me llenan de sospecha. No traté de averiguarlo, vino solo. ¿Hilda Montes? Libertad 954. El informe dice, sin originalidad, que ejerce la prostitución. Y al parecer el 954 no contiene más que prostitutas y cafishios. Tu casa.

- Vivo ahí. En el F del segundo piso. Hasta te invité, creo, a que fueras una noche. No me importa lo que haga Hilda para ganar dinero. Es decir, no me importa en ningún plano moral. En el plano que cuenta, me interesa, la escucho y a veces le hago preguntas. Tampoco es por razones morales que pago la mitad del alquiler y como de mi dinero. Algunas noches, es cierto, y también por coincidencia en noches de viernes, salimos de paseo y ella paga todos los gastos. Si la quisiera, viviría sin escrúpulos del dinero que gana. Sólo un imbécil, y no lo sos de esa manera, podría creer que exploto a una puta habiéndome mirado una vez el traje, la camisa, los zapatos. Todo esto es ridículo y aburrido. A vos, pienso, debe bastarte con mirarme la cara.

Miller tosió el humo y se puso a reír, nervioso, entornando los ojos, mostrando los blancos dientes de muchacho. Se puso de pie, rodeó la mesa y apoyó una mano en la espalda de Carner.

- Es la maldita coincidencia -dijo -Bendita, si preferís. Ya veremos.

- Sí. Y la coincidencia de que sea éste el primer viernes que vengo a visitarte pensando en los veinte pesos habituales, con un destino concreto para ellos. -La presión de la mano fue sustituida por una palmada; Miller caminó lentamente y acomodó una nalga en la esquina del escritorio. Encendió otro cigarrillo y estuvo mirando con una novedosa curiosidad la cara flaca y oscura de Carner. -Esta coincidencia y la de que Lucía se esté muriendo. Con diez pesos iba a comprar un libro de posturas para mirarlo esta noche con Hilda. Los otros diez los iba a guardar, no por mucho tiempo, según me avisaron, para comprarle flores a Lucía. Esta es la coincidencia de hoy; no es plata el contraste del destino de los dos billetes de diez pesos que esperaba. Recién ahora pienso en eso y me resulta natural, gris, desprovisto de trascendencia.

Sonó un timbre en el escritorio y Miller dijo una palabra sucia.

- Esperá -Fue a ponerse el saco y la corbata, salió por la puerta del fondo, de madera pesada y brillosa, rodeada por el panel trabajado y profundo.

Entonces Carner se apoyó en la mesa y pensó sin amor en el viernes, en el reiterado, escondite idéntico y cambiante viernes que acababa de terminar para siempre.

Luis Mateo Díez ("Días del desván"): "La iluminación de lo que escribo reside en la conquista de lo ajeno"

Luis Mateo Díez ("Días del desván"): "La iluminación de lo que escribo reside en la conquista de lo ajeno" (Guillermo Balbona - eldiariomontanes.es)

Luis Mateo Díez, que tras el verano publicará su ambiciosa fábula moral 'El animal piadoso', abre hoy el foro 'Lecciones y maestros' con una reflexión sobre su escritura, titulada 'Un callejón lleno de gente desconocida'.

«Fabulador que cuenta la vida, contador de historias». La narración es el rostro y el espejo de su mirada humana; la fábula, su territorio natural; y la imaginación y la memoria las herramientas cómplices donde este autor prolífico ha cimentado una de las incursiones en el imaginario de la fabulación, los cuentos, la tradición, los espacios de reflexión y lo narrativo más sólidas de la literatura española contemporánea.

La escritura de Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) autor de 'Días del desván', es la protagonista inaugural de la tríada de narradores que configuran, en su tercera edición, las jornadas 'Lecciones y maestros' que, desde hoy y hasta el próximo miércoles, se celebran en Santillana del Mar.

En su profusa y celebrada obra, desde que con 'La fuente de la edad' (1986) obtuviera hace casi 25 años el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, se hallan fábulas sobre la infancia, ecos de la tradición oral, rastros de la sabiduría de gentes y cosas, lo legendario y lo primigenio, la materia narrativa en estado puro, y las ficciones arquetípicas con diferentes significaciones que han sustentado la arquitectura de este hacedor de un cosmos llamado Celama.

Sobre su participación en el foro de la literatura iberoamericana de la Fundación Santillana y la UIMP, Mateo Díez es consciente que representa un momento de responsabilidad. «El escritor en general y en mi caso desde luego, vive siempre en su soledad y estos requerimientos son como instantes de responsabilidad y una buena oportunidad para el enriquecimiento, para ser testigo uno de su propia creación y para el intercambio en lo vivo».

A su juicio, la tribuna de Santillana supone «un lugar de encuentro que da pie a que los escritores podamos reflexionar sobre nuestra poética y nuestra identidad de narradores a partir del contraste de opiniones y de perfiles diferentes».

La fábula vertebra buena parte del universo literario de Luis Mateo Díez «por sugestiva, por ser un espacio lleno de sugerencias que me permite contar la vida». Para el autor de 'El diablo meridiano', «la iluminación de lo que escribo está en la conquista de lo ajeno. En lo que escribo hay muchas cosas mías pero en realidad no soy yo». El narrador leonés que confiesa rehuir lo autobiográfico, expresa toda una declaración de principios: «al narrar me lo gano todo fuera de casa». El escritor, asiduo a las tribunas culturales y académicas de Cantabria, e integrante del jurado del premio de novela del Gobierno regional, subraya que la tradición de la fábula se sitúa «en la reivindicación, la metáfora y el simbolismo con el que se forja como un contador de historias».

El autor, que clausuró recientemente con 'Los frutos de la niebla' (Alfaguara, 2008) la serie narrativa 'Las fábulas del sentimiento', compuesta por doce novelas cortas, confiesa que tras la ceremonia de su escritura hay «una carrera de lejanía». Luis Mateo Díez está convencido de que su narración está habitada por «huidas, por una lejanía donde está lo extraño, lo ajeno, y en intentar descubrir esa extrañeza» reside el material más valioso que alimenta sus narraciones. Por ello, en su intervención en la Torre Don Borja profundizará en estas sensaciones bajo el significativo epígrafe de 'Un callejón lleno de gente desconocida'.

- «Lectores cómplices».

Antes, su paisano, el novelista y académico José María Merino trazará un itinerario por la ficción de Mateo Díez y, posteriormente, el crítico y profesor de Literatura Española Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, Fernando Valls, moderará la primera mesa redonda de este foro.

Aunque es consciente de que se enfrenta en esta cita a «intérpretes privilegiados» de su obra, Luis Mateo Díez asegura que posee la experiencia de «tener muchos lectores cómplices, lectores que dan la cara y me transmiten el resultado de sus lecturas, cómo les ha afectado ese encuentro en lo narrativo». En cualquier caso, y sobre ello también aprovechará para reflexionar en este foro, el autor no se siente «más aceptado» cuando se convierte en oyente de quienes hablan de su obra. «En realidad no eres tú, pero sí hay una imagen de ti que se ha creado y ese es un personaje, una dimensión de personaje». Desde 'Las estaciones provinciales' a 'La gloria de los niños' Mateo Díez ha elaborado una escritura de prosa reconocible que persigue indagar en el sentido de la vida. Para el narrador, eso que llamamos estilo tiene en su caso una clara determinación: «uno quiere contar algo y sólo hay una manera de hacerlo en el límite de la expresividad y la complejidad».

El autor de 'Fantasmas del invierno' - «antes era más barroco»- sostiene que «el esfuerzo es el de la naturalidad, lo cual no es equivalente a ser sencillo, sino a responder a la necesidad de contar algo. La naturalidad no tiene nada que ver con la sencillez». En su opinión, el límite estaría «en la sugerencia y en la materialización de los personajes». El académico para consolidar un mundo narrativo apela a la «mirada», se define como «gran observador», se siente «deudor del gran imaginario universal» y subraya que «la mirada del escritor es narrativa, contadora».
Infancia, memoria, imaginación...«Te vas dando cuenta de que hay elementos en la mirada que detallan la condición humana. Pero el factor crucial es la fragilidad de mis seres de ficción, el extravío, la extrañeza y, de nuevo, esa lejanía de la que reflexionaré en Santillana».

El escritor leonés, quien se confiesa «autor de autoestima baja, un cazador de piezas que no son mías, de las que no me siento propietario, lo cual me permite aumentar más esa sensación de lejanía», asegura que nunca sacrificaría su forma de vivir la escritura por ser protagonista de fenómenos como el de Stieg Larsson y su Millennium, «aunque me encanta y me fascina».

El autor de 'El paraíso de los mortales' y 'El reino de Celama' dice haberse «resignado a ser un escritor con un mundo amplio, con muchos reclamos para contar». No obstante, tras esa creación prolífica revela su convencimiento de que «existe un tiempo de la escritura», por lo que apuesta por «congelar» sus historias antes de que llegue su proyección definitiva. Tras el verano, el reloj de su ficción marcará una nueva hora: Publica su novela 'El animal piadoso', «una fábula moral y una de las más ambiciosas que he escrito».

Entre «la patria de lo invisible» y el «sustrato de la experiencia», la escritura se enfrenta al «futuro imposible, el presente inasible y el pasado desconocido».
El autor de 'La ruina del cielo', que el pasado verano protagonizó en La Magdalena el ciclo 'El autor y su obra', asegura que «de todas las potencias del alma la memoria es la más narrativa», mientras que «la imaginación proporciona el poder sustancial».

martes, 23 de junio de 2009

Entre dos sombras (Dani R. Moya)

Entre dos sombras (Dani R. Moya - laopiniondegranada.es)

En mayo o junio de 1999, el poeta Javier Egea me regaló un poema que acababa de terminar. Él no me lo dijo, pero Tato Rébora, dueño del bar La Tertulia, me explicó que era el primero que escribía, o al menos que hacía público, en mucho tiempo. Yo le había pedido unas semanas antes a Javier Egea que ofreciera un recital, algo a lo que accedió amablemente. Aquel día leyó algunos de sus poemas más conocidos y celebrados, del libro ´Paseo de los Tristes´. También repasó algunos de sus ´Sonetos del Diente de Oro´, y para terminar, lo hizo con aquel poema que luego me regaló.

"Me desperté de nuevo / entre dos sombras. / No quedaban palabras / en mi memoria". Con esa seguidilla Javier Egea comenzaba un poema conmovedor, inquietante y de algún modo profético de lo que ocurriría después de que a las pocas semanas de leerlo decidiera darse un tiro en la cabeza.

El mes que viene se cumplirán 10 años del fatídico momento en el que Javier Egea no quiso seguir viviendo y por desgracia su poesía, a pesar de ser excepcional, lleva camino de ser una leyenda urbana y permanece oculta en oscuras sombras.

Su heredera resultó ser la compañera sentimental de aquel momento y su albacea un personaje del que poco se sabe. La historia de lo que ha ocurrido con la obra de Javier Egea desde entonces se puede seguir por los titulares de los periódicos, más que en la sección cultural, en la de sucesos, pues a la aparición de parte de sus libros en un chamarilero siguieron capítulos casi dignos de una mala novela policiaca.

Aunque se habló en algún momento de que alguna gran editorial publicaría una antología o la obra completa de Egea, han ido pasando los años y lo único que se ha sabido de la poesía de Javier Egea ha sido alguna edición absolutamente marginal y distorsionada, como la que ayer mismo se presentó, a cargo de los nuevos valedores del poeta, que con sus sorprendentes investigaciones lo utilizan más bien como un arma contra su compañeros de generación.

La difusión de los poemas de Egea tiene que pasar por el certificado de calidad de su albacea, que al parecer es muy exigente, pues desde la Asociación del Diente de Oro, que se creó en memoria de Egea, me cuentan que ni siquiera ellos tienen permiso para nada relacionado con los poemas, por lo que tendrán que cambiar los objetivos de sus estatutos.

Demasiadas sombras perturban hoy la obra de Javier Egea e impiden que vea la luz de la manera que merecería.

Desoladora y cierta parece ahora la última estrofa de aquel último poema de Javier Egea: "Ellas, que me robaron / la luz de un sueño / ya no piden rescate / por mi secuestro".

domingo, 21 de junio de 2009

¿Por qué nos gusta Millenium?

¿Por qué nos gusta Millenium, la trilogía de Stieg Larsson, si no es para tanto? En medio del pasmo por el fenómeno que se ha desencadenado en el último año y pico en torno al autor sueco y de la alegría al comprobar que por una vez la literatura emerge como noticia del fangal en que se ha convertido la actualidad, esta fiebre libresca tiene un análisis. Hasta una tesis.

No es frecuente que se vendan 200.000 ejemplares de un libro en un solo día, por mucho que ayude la campaña de marketing hábilmente tendida por la editorial, aunque tampoco es tan raro. Recordemos los lanzamientos planetarios de los harrypotters, que han llegado a comprarse en inglés en la calle Ancha de Cádiz. Otras novelas han alcanzado buenas cifras en tiempo récord, algunas nada fáciles, como Vida y destino, de Grossman. El último libro de Caballero Bonald, por ir al extremo de lo elitista, la poesía, va ya por la tercera edición. De modo que mi primera conclusión es que la literatura vende más de lo que parece, lo que pasa es que por una especie de convención social todo lo cultural -y los libros en especial- se ha convertido en un tabú, en un vicio oculto o hecho vergonzante. «¡Literatura!», le dijo con desprecio Arenas a Griñán en el debate de investidura con intención de desacreditar su discurso.

Pero frente a la cultura de masas, que impone lo light, lo fácil, lo intrascendente, la gente en su propia y privada vida sabe distinguir lo bueno y procurárselo. Escoge disfrutar y leer es un placer, se pongan como se pongan los popes de los media, que ya, dicho sea de paso, están en baja.

Sumergirse en una historia bien tramada, en un mundo reconstruido con precisión, en personajes definidos, es una de las mejores maneras de emplear el tiempo, aparte de otros muchos beneficios para la salud, mental sobre todo. Está claro y vale como punto de partida. Pero sigamos. ¿Por qué esta historia en concreto ha llegado a tantos lectores en todo el mundo?

Para mí que hay un doble motivo de género. Primero, femenino, porque la mayor parte de los lectores son lectoras y en Larsson hay una fuerte conciencia feminista, radical y directa, que conecta con amplios públicos sensibles a los problemas de la condición de la mujer. Su heroína, Lisbeth Salander, encarna un arquetipo con el que muchas pueden sentirse identificada, bien por su lado frágil, bien por emular su fortaleza.

La segunda cuestión sería de género, pero de tipo literario. La novela negra encierra un atávico deseo de resolver un enigma, un reto o un juego del que participa el lector, que se implica así de una manera añadida. Pero además contiene un ansia latente de poner orden en la realidad, de resolver las crisis y encontrar la paz, el equilibrio, la justicia. Que paguen los culpables. Aquí se añade, además, un trasfondo de rebeldía, de crítica implacable, incluso de ira, contra la hipocresía de la sociedad tan normal y civilizada.

Al tiempo, Larsson escribe con una pasión que traspasa el papel y contagia, hasta el punto de hacerse perdonar las debilidades de la trama o del estilo. El lector se convierte en amigo y cómplice, se deja llevar, se abandona en ese tiempo dulce en el que desaparece el mundo alrededor y sólo existe un paisaje de cuento -nieves, lagos, casas de madera, suecos altos y ricos- donde se vislumbra el mal en sus múltiples formas: la violencia contra las mujeres, los sórdidos secretos de familia, la corrupción política, la podredumbre bajo el estado del bienestar.

Larsson abre puertas a más libros, a más y mejores lecturas, que aguardan su momento y su destinatario. Una vida no da para todos, pero sólo por ellos merece la pena vivir.

James Meek ("Iniciamos nuestro descenso"): "La TV convierte a los occidentales en populacho ante la horca"

James Meek ("Iniciamos nuestro descenso"): "La TV convierte a los occidentales en populacho ante la horca" (César Coga - ideal.es)

El escritor inglés refleja en una novela su experiencia como corresponsal en Afganistán.

James Meek (Londres, 1962) ha trabajado varios años como corresponsal de guerra del diario 'The Guardian' en Afganistán y precisamente en torno a ese conflicto interminable y sin visos de solución gira su novela 'Iniciamos nuestro descenso' (Roca Editorial, serie Miscelánea). Un relato sin concesiones por parte de un autor que en esta su cuarta novela habla de lo que más conoce: guerras y periodismo.

-¿Ven los soldados y la población a los periodistas que cubren una guerra como integrantes de alguno de los bandos?

-La guerra tiene muchos participantes. No todos ellos son literalmente soldados. La única forma de no verse implicado en una es no estar donde se produce. E incluso así, se puede estar participando. Por la propia naturaleza de una guerra, como periodista estás siempre buscando protección de un lado o del otro.

-Astrid, una de las protagonistas de la novela, dice que los periodistas también se alistan. ¿Eso hace imposible la objetividad?

-¿Objetividad? La dificultad real es acordarse, cuando uno está en medio de una guerra, de que es una cosa producida por los hombres y no un desastre natural, como un huracán o un terremoto. Esto es lo que quiere decir Astrid; que al ser un 'corresponsal de guerra' has aceptado la guerra, independientemente de que informes de las acciones de un lado o del otro. La verdad es que realmente hay sólo dos lados en la guerra, la guerra y la paz, y el corresponsal de guerra, no importa cuáles sean sus motivos, no se encuentra más en el lado de la paz que los propios soldados.

-¿Ha cambiado la percepción de las guerras por parte de los occidentales desde que los conflictos 'se retransmiten' por televisión?

-Hay tres formas de responder a una ejecución pública. Ignorarla; asistir a ella, mirar y marcharse; o luchar, utilizando ciertos medios, para impedir que ocurra, o impedir que vuelva a ocurrir. Las noticias en la TV de zonas en conflicto son importantes y necesarias, pero para muchos telespectadores son un espectáculo más, un entretenimiento. La televisión convierte a millones de europeos y americanos en populacho ante la horca.

-¿Y los intentos de entender a la población local? ¿Verdaderamente es posible entender una guerra atendiendo exclusivamente a la marcha de la campaña bélica?

-No he conocido nunca a ningún periodista que no se dirija a los civiles. En mi libro, la escena principal en la que los periodistas aparecen haciendo su trabajo implica entrevistar a un civil cuya casa ha sido bombardeada y sus familiares han muerto o han resultado heridos.

-Los ojos de EE UU se están volviendo hacia Afganistán mientras empiezan a olvidarse de Irak. ¿Es el origen del problema del terrorismo global?

-No existe nada a la que se le pueda llamar 'terrorismo global'.

-Afganistán es un país sin Estado, donde grandes ejércitos de todas las épocas han fracasado. ¿Deben inmiscuirse los occidentales allí o sería mejor dejar que el país se organizara (o se sumiera en el caos) por sí mismo?

-Los problemas para los ejércitos occidentales son tantos que es difícil pensar en una razón para que permanezcan allí. Incluso con nuevas tropas, la OTAN no está allí para protegerse sin utilizar ataques aéreos que matan a cientos de civiles. De hecho, EE UU y Gran Bretaña están actuando como mercenarios que prestan apoyo a un Gobierno afgano corrupto e ineficaz. Cuando EE UU y Gran Bretaña ganan batallas, no tienen autoridad civil o personal civil para consolidar sus ganancias.

-Da la impresión de que Occidente no sabe muy bien qué hacer allí, cómo abordar el problema.

-No tengo ninguna simpatía por lo peor de los fundamentalistas islámicos y la odiosa adoración por la ignorancia que crece con fuerza en el Afganistán rural. Aunque son valientes y duros, y algunos se atienen a ciertos ideales, los desprecio por el asesinato de los maestros, por su odio y miedo a las mujeres y al arte, su glorificación de la violencia, su corrupción de los niños y de los jóvenes, su hipocresía, su arrogancia y su crueldad. Pero esa es la naturaleza de la larga guerra de Afganistán, desde los tiempos de la invasión soviética y antes: una guerra entre la ignorancia y la ilustración.

-¿Y cómo se combate en esa situación?

-Es una guerra que no puede hacerse sin pistolas y fusiles, pero que al mismo tiempo no puede hacerse sólo con pistolas y fusiles. Tampoco puede hacerse cuando se tiene una cultura (los americanos y los británicos) que usa sólo pistolas y fusiles, y otra, completamente diferente, aparentemente en el mismo lado -el Gobierno afgano- que es responsable de todo lo demás.

-En ese contexto, ¿arreglará algo del problema la llegada de nuevos contingentes occidentales?

-Ver a la OTAN en Afganistán es como ver a Rafa Nadal sacar en un partido. Golpea la pelota con gran potencia y precisión, pero desafortunadamente está jugando al tenis, mientras dos equipos de once personas están en el campo con él jugando al fútbol.

-¿Deberían retirarse, por tanto?

-Lo triste es que el final de la intervención occidental puede que no ayudara a Afganistán a acortar la guerra. Primero, décadas de conflicto y de predicación influida por los saudíes han exacerbado las diferencias entre el norte del país tayiko-hazara-uzbeko y el sur pastún: ya en realidad no es un país. Segundo, lo que va a conseguirse sin la intervención occidental es la intervención oriental: Pakistán, Irán, China, India y los países de Asia Central luchando, a través de sus representantes, en busca de influencia y recursos.

-¿Afganistán se parece más que a Irán a Vietnam, en el sentido de la dificultad de controlar el país?

-Afganistán no es como Irak. Afganistán no es como Vietnam. Afganistán es Afganistán.

-¿Puede la crisis económica mundial tener consecuencias en la evolución de conflictos como éste?

-Estoy seguro de que puede tenerla.



James Meek, en una imagen reciente.

viernes, 19 de junio de 2009

'La Torre', la revista puertorriqueña de Francisco Ayala, homenajea al escritor

'La Torre', la revista puertorriqueña de Francisco Ayala, homenajea al escritor (J.L.T. - ideal.es)

El granadino fue fundador de la publicación, que ahora recoge estudios y testimonios.

El escritor, pensador, periodista y sociólogo Francisco Ayala (Granada, 1906) ejerció en el exilio la docencia en la Universidad de Puerto Rico entre 1950 y 1955, unos años de incesante labor literaria, en un país donde se encontraban también ilustres letrados españoles. La Fundación dedicada al autor granadino presentó ayer un número monográfico de la revista 'La Torre' dedicado a Francisco Ayala por la Universidad puertorriqueña. El volumen, coordinado por la profesora Iris M. Zavala, se compone de estudios sobre aspectos literarios de la obra de Ayala y de testimonios de algunos alumnos y discípulos del escritor.

En los años cincuenta, Ayala recibió el encargo de dirigir la Editorial Universitaria y como parte muy importante de esa actividad fundó la revista 'La Torre', «que llegaría a ser y lo fue en efecto durante varios años, la mejor en su género en toda la extensión que alcanza la lengua española», según comentó Francisco Ayala.

El primer número de la revista se editó en 1953 y, con los cambios propios de los consejos editoriales, aún continúa editándose, ya en su tercera época. Entre los estudios de este monográfico ayaliano figuran análisis de textuales de la especialistas como Keith Ellis, Nelson Orringer, Andrés Soria, José Colmeiro y Carolyn Richmond, así como contribuciones documentales o biográficas, a cargo de Milena Rodríguez, Manuel Gómez Ros y Fidel Villar.

El periodista y editor Armindo Núñez Miranda presenta una entrevista con Francisco Ayala enlazada con sus recuerdos de Puerto Rico y el profesor Domingo Sánchez-Mesa aborda la labor de Ayala como editor de la revista 'La Torre'.

- Alumnos y especialistas.

Entre los testimonio recogidos por la publicación monográfica se encuentra el de Brunhilda Molinary, la persona con un conocimiento más directo de Ayala en su trabajo al frente de la Editorial Universitaria de Puerto Rico, ya que lo asistió como secretaria en esa tarea, y el de la coordinadora de este homenaje, Iris Zavala, que fue testigo en su primer curso como alumna en la universidad puertorriqueña de la presentación de don Francisco como profesor.

Aportan también sus recuerdos las investigadoras Estelle Irizarry y Rosario Hiriart. Otro testimonio del pensador granadino como docente lo ofrece la profesora Carmen Vásquez, de origen puertorriqueño, pero que recibió las enseñanzas de Ayala en la Universidad de Bryn Mawr, en Estados Unidos. Completan la nómina las notas de Magdalena de Ferdinandy y Eugenio Suárez-Galbán.



Portada de la revista 'La Torre', con el homenaje a Ayala.

Ángel Corpa (Jarcha): «La cultura libera, el entretenimiento embrutece»

Ángel Corpa (Jarcha): «La cultura libera, el entretenimiento embrutece» (Juan Jesús García - ideal.es)

El fundador de Jarcha presenta hoy en el Teatro Alhambra su concierto 'Verso a Verso'.

Ángel Corpa es, para casi todos, la voz de Jarcha. Sin embargo, desde hace doce años lleva adelante una carrera musical a su nombre, con proyectos tan divulgadores de la poesía como motivados por la transmisión de sentimientos y sensibilidades a las nuevas generaciones. Presenta hoy en el teatro Alhambra su concierto 'Verso a Verso' (21.00 h., 10 euros).

-Comienzo preguntándole por Jarcha. ¿Siempre será usted el 'fundador' de Jarcha?

-Obviamente uno no puede desprenderse de su equipaje y en el mío figura ese dato. Es algo que llevo con más orgullo cada día que pasa porque es ahora cuando percibo la importancia que Jarcha tuvo para muchos españoles en los años difíciles de la Transición.

-¿Qué relación tiene a estas alturas con la canción 'Libertad sin ira?

-Es una canción de la que no me he separado desde que la pusimos en el viento en 1976. El público es soberano y él ha querido que ese tema perviva en lo más sagrado de la gente; y la ha relacionado con dos de los más importantes valores o necesidades de una sociedad: la paz y la libertad. Por otra parte estamos viviendo un momento en que la ira está en estado emergente y la libertad cada vez más condicionada. Vivimos con libertades, pero con libertad.

-Usted que los ha vivido todos, ¿corren buenos tiempos para la lírica?

-Corren buenos tiempos para el bandidaje, para la mentira, para la calumnia, para el egoísmo... y la lírica no tiene sitio en ese hábitat. Por esa razón es cada día más importante el trabajo de los que creemos en la cultura como algo que libera, frente al entretenimiento que embrutece.

-Viene a Granada con el concierto 'Verso a verso'.

-'Verso a Verso' es un concierto conformado por los ambientes musicales que ciertos poemas han inspirado a diferentes compositores. Es un oasis de belleza en la forma y en el fondo, que pretende la comunicación por la vía de la emoción combinando canciones de mis cedés en solitario dedicados a Alberti y Cervantes con grandes clásicos de la música de autor que han modelado la sensibilidad de muchas generaciones.

-Muchos de sus espectáculos tienen el común denominador de su interés y objetivos pedagógicos. ¿Le interesa especialmente la transmisión de sensibilidades y valores?

-Creo que es de una importancia capital. Una sociedad sin valores es como un barco a la deriva, como una torre de arena, y buena muestra de ello es la gran crisis en la que estamos inmersos. Cuando se olvidan los valores estamos muy cerca de la jungla donde todo vale para conseguir nuestros objetivos, no importa a qué precio. El consumismo desaforado y sus potentes mensajes nos ha hecho cambiar la ética del esfuerzo por la ética de la diversión y los resultados ya los estamos viendo. Además no debemos de perder de vista que, como humanos, tenemos necesidades materiales y espirituales. Las materiales las cubrimos en cualquier centro comercial, pero las espirituales siempre se han encontrado en la cultura y hoy brilla por su ausencia, cosa que explica el vacío, el desencanto y la desilusión de muchos jóvenes víctimas de los paraísos artificiales.

-¿Cómo es Ángel Corpa en directo?

-Me cuesta hablar bien de mí, pero no por falsa modestia sino por pudor. Sé que tengo una gran capacidad para la comunicación en directo con el público, y lo sé porque llevo hechos más de 3.000 conciertos y he podido testarlo. Me gustaría ser una inyección de adrenalina directa al corazón.



Ángel Corpa, artista comprometido.

La revolución cubana reivindica a Hemingway

La revolución cubana reivindica a Hemingway (Fernando García - lavanguardia.es)

"Los cubanos vamos a ganar. 'I'm not a gringo'", dijo el escritor en 1959, según las crónicas.

El autor de 'El viejo y el mar' mostró un apego a la revolución cubana “muy por encima de lo entendible o lógico en un escritor como él”. Es lo que sostiene la directora de la casa museo de Ernest Hemingway a las afueras de La Habana, Ada Rosa Alfonso.

Nos lo dijo y explicó horas antes del coloquio internacional que sobre la figura del novelista, y en especial sobre su estancia de 21 años en su refugio cubano de Finca Vigía (1940-60), se celebra desde ayer y hasta el domingo en la capital caribeña. La tesis de que Hemingway simpatizaba con la Revolución, ampliamente compartida dentro y fuera de Cuba, no ha sido tanto un objeto de controversia como un asunto escamoteado a los lectores, a juicio de Alfonso y otros especialistas. “Son pocos los biógrafos del maestro que dicen la verdad, y una mayoría los que la tergiversan por razones políticas”, asegura la directora.

Del apoyo que Hemingway prestó a la República española, incluso materialmente, no hay duda porque está bien documentado. De su supuesta defensa de la revolución de Fidel Castro, con quien habló dos veces, existen menos trazas aunque algunas parecen contundentes; sobre todo ciertas frases que se le atribuyen: “La gente de honor apoyamos la revolución”, diría al dejar la isla y trasladarse a Estados Unidos el 25 de julio de 1960. ¿Por qué y en qué circunstancias se fue Hemingway de Cuba en aquella fecha? El escritor estaba ya muy enfermo.

Sufría un trastorno psíquico –bipolaridad según algunos, paranoia o derivaciones de su alcoholismo según otros–, se había comprado un rancho en su tierra natal de Idaho y, según Alfonso, ya en Finca Vigía había estado “ensayando” su suicidio, que ejecutaría en su residencia norteamericana un año después. Pero hay, dice la museóloga, dos datos que no cuadran con la idea de que el novelista se fuera de la isla con la intención de no volver más: “¿Qué escritor, aunque esté enfermo, abandona manuscritos de obras suyas inconclusas, como hizo él? ¿Por qué, si iba a retirarse definitivamente, se fue a Nueva York en lugar de a su rancho?” El premiado escritor cubano Enrique Cirules acaba de presentar un libro ('Hemingway, ese desconocido') que destaca las fuertes y directas presiones ejercidas por el último embajador de EE.UU. en la isla, Philip Wilson Bonsal, para que el escritor dejara la isla y abjurara de la revolución.

Cirules se basa en un pormenorizado testimonio de la que fue secretaria y más tarde nuera de Hemingway, Valerie Danby-Smith, sobre las visitas que Bonsal hizo al literato tras el triunfo de los barbudos. El embajador habría amenazado a Hemingway con convertirle oficialmente en traidor si no regresaba a EE.UU. “Hemingway protestó e intentó resistirse, pero el abismo que se abría entre Cuba y Norteamérica era insuperable”, dice Cirules.

No hay pruebas de que el hombre que escribió Por quién doblan las campanas fuera desleal a su país. Pero su patriotismo tenía límites: “Nosotros los cubanos vamos a ganar. 'I´m not a gringo', you know?”, afirmó en 1959 al llegar al aeropuerto de La Habana, según las crónicas. Hemingway acababa de besar la bandera cubana.

Contra las ocurrencias (José Vidal-Beneyto)

Contra las ocurrencias (José Vidal-Beneyto - elpais.com)

La notoriedad de algunos divulgadores periodísticos y la perversa equivalencia actual de notoriedad y prestigio, obliga a recordar que el artículo ensayístico es hoy casi siempre seudoliteratura o prédica política, es decir intento de imponer las propias convicciones. La única garantía de que así no suceda es que el ensayista se apoye en un suficiente patrimonio de conocimientos antecedentes, sea científico, técnico, filosófico, etcétera. En España hemos tenido ilustres ejemplos en Ortega y Gasset, Laín Entralgo, José Luis Aranguren, Julián Marías etcétera.

Desgraciadamente hoy, en la mayoría de los casos, se procede desde la ignorancia, con improvisación y con urgencia, accionando el solo vector de las ocurrencias, hipótesis inverificadas, cuya inconsistencia es patética frente a los resultados de la observación y el análisis. No basta con descalificar la calidad de la divulgación propia de la literatura o de la narración, que se pretende descubridora de la realidad.

Hay que seguir el ejemplo de las largas digestiones de nuestro maestro en ensayismo, Walter Benjamin, que para producir los 36 folios de París, capital del siglo XIX, acumuló 1.102 páginas de resúmenes, apuntes y materiales varios (Suhrkamp 1982, Akal 2005). Sólo así, como él nos señala, podremos entender la diferencia entre el ensayo pensado desde el saber de lo real (Herodoto) y las insignificancias que nos proponen los improvisadores al uso. Sólo así conseguiremos utillarnos para entrar con recursos suficientes en el conocimiento real de la realidad.

jueves, 18 de junio de 2009

José Manuel Caballero Bonald ("La noche no tiene paredes"): "Afortunadamente sigo siendo un desobediente"

José Manuel Caballero Bonald ("La noche no tiene paredes"): "Afortunadamente sigo siendo un desobediente" (Virginia Montero - lavozdigital.es)

El jerezano asegura que «la poesía es para mí una cuestión más lingüística que temática, cosa que cada vez me importa menos. Lo que enaltece o arruina un poema es el lenguaje».

Semejante a la noche, vengo/ del negro y voy al blanco y busco/ dispensarme de mí con ese blanco y nunca/llego a ser lo que yo más deseo:/ esa palabra suficiente que precede a la última. Estos versos pertenecen al poema Vengo de una palabra, de La noche no tiene paredes. José Manuel Caballero Bonald presenta hoy en su Jerez natal este penúltimo poemario -habrá más, seguro- que recoge casi un centenar de composiciones que dicen mucho más de lo que parece.

-Hoy presenta en Jerez (20.30 horas, en la Fundación Caballero Bonald) su último libro La noche no tiene paredes ¿a qué actitud suya responden estos poemas?

- No sé, supongo que a una especie de incentivo para interpretar todo lo que me conmueve y también para enfrentarme a todo lo que rechazo. Nunca me olvido de una aseveración de Pavese: 'La literatura es una forma de defensa contra las ofensas de la vida'. Pues eso, por ahí me muevo...

-El amor, el paso del tiempo, la complicidad de la noche, la realidad y la ficción siguen presentes en sus poemas. ¿Se sigue preguntando las mismas cosas que cuando tenía 30 años? ¿Cuáles de esas preguntas sí ha logrado responderse en su vida?

-La poesía es también una contestación a una serie de preguntas. Este libro, todos mis libros, están llenos de preguntas. A algunas las contesto pero otras no tienen contestación.

-¿Hay una poesía para cada edad o la poesía no tiene edad?

-Digamos que a veces la poesía no tiene la edad que aparenta. Me enorgullece que algunos críticos digan algo así a propósito de mis últimos libros. Yo también creo que la poesía tiene algo de paliativo y que además te rejuvenece de algún modo. Al menos, la que yo hago.

-Manual de infractores sorprendió por su frescura y su rebeldía, según se dijo tras su publicación. La noche no tiene paredes sigue en la misma línea. ¿Le extrañó que se produjera esa sorpresa o el primer sorprendido fue usted?

-No, no me sorprendí en absoluto. Tengo la sensación de que un ramal de mis rebeldías, de mis luchas particulares por la libertad, reaparece como una constante ética en toda mi obra.

-En literatura, ¿qué le queda por hacer y por conseguir?

-Creo que conseguí lo que me propuse, pero ignoro si todavía me queda algo por hacer. Lo malo es que ya no tengo mucho tiempo, ando ya muy acomodado en el arrabal de senectud. Somos el tiempo que nos queda.

-¿Hay algo que cree que no hará nunca?

-Sí, pactar con los majaderos y los resentidos, con todos esos adeptos al nacionalcatolicismo y la santa tradición como todavía circulan por ahí.

- Lleva un tiempo diciendo que seguirá escribiendo poesía pero no prosa. ¿Sigue pensando lo mismo?

-He perdido el gusto por la narrativa. Sólo la poesía me atrae y me sirve de justificación personal.

- ¿Cómo se enfrenta Caballero Bonald a la escritura de un poema?

-Ese es un asunto muy complejo. Ya he recordado que, para mí, la poesía es más una cuestión lingüística que temática. La temática cada vez me importa menos. Lo que enaltece o arruina un poema es el lenguaje. De modo que en lo yo me ocupo, antes de nada, es en lograr que ese lenguaje me descubra, a mí y al lector, un mundo desconocido.

-¿Cree que la poesía es la hermana pobre de la novela (en ventas, en lectores...)?

-No, no lo creo. Mis dos o tres últimos libros de poesía han tenido casi tantos lectores como mis novelas. Al menos, han tenido tantas ediciones -siete u ocho- como algunas de mis novelas.

-Presenta el libro en la Fundación jerezana que lleva su nombre. ¿Cómo ve el trabajo que se está haciendo en ella? ¿Cómo ha cambiado en los últimos años la vida cultural de Jerez? ¿Qué cree que le hace falta a la ciudad?

-Estoy muy satisfecho con el equipo que trabaja en la Fundación. Están llevando a cabo una tarea muy positiva y fructífera. En cuanto a la vida cultural de Jerez, no sé muy bien qué decirle. Como usted sabe, yo vivo entre Madrid y Sanlúcar y no voy a Jerez con la asiduidad que quisiera. Pero yo creo que la Fundación ha dinamizado el clima cultural local, sobre todo a través de sus congresos y ciclos de conferencias. Aunque también es verdad que el hecho de que Jerez haya dado un narrador como Juan Bonilla justifica una larga espera.

-¿Qué le quita el sueño?

-Nada especial. Mis insomnios son congénitos.

-Ha viajado y vivido en muchos lugares pero le gusta abrir una ventana y ver cerca el Coto de Doñana. Al margen de que Jerez sea su ciudad natal, ¿qué cree que tiene de especial esta tierra?

-Me agrada repetir que el lugar donde se descubre el mundo ya es para siempre el compendio simbólico del mundo. Lo que pasa es que hay que saber trascender ese legado. Los localismos son todos impresentables.

-Tanto en su prosa como en sus versos la pulcritud, la minuciosidad, exactitud y belleza del lenguaje es uno de sus signos de identidad. ¿Cree que hoy, en literatura y en general, se cuida el lenguaje o se maltrata?

-La poesía es un acto de lenguaje, un hecho lingüístico, como ya he dicho, y eso no parece preocupar a una gran mayoría de escritores que se autodenominan poetas.

-Si le dieran a elegir en qué año nacer, ¿qué otra época le hubiera gustado vivir? ¿Por qué?

-Me parece muy bien haber vivido entre el siglo XX y el XXI... Es un ciclo histórico apasionante, qué duda cabe.

-Y si no se hubiera dedicado a la literatura, ¿qué habría sido Caballero Bonald?

-Tal vez me hubiese dedicado a la vida contemplativa.

-La noche no tiene paredes tiene casi un centenar de poemas. ¿Habrá más versos de Caballero Bonald próximamente?

-Es muy posible. Afortunadamente, sigo siendo un desobediente. Y ya se sabe que la gran literatura está hecha por grandes desobedientes.

Maximiliano Fernández - "Larra, en las elecciones de 1836. Cómplices y adversarios"

Maximiliano Fernández - "Larra, en las elecciones de 1836. Cómplices y adversarios" (efe - lainformacion.com)

El Instituto de la Lengua edita un libro crítico con Larra que analiza sus contradicciones.

La Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua ha editado un libro "un tanto crítico" con la figura de Mariano José de Larra (1809-1837), escrito por el profesor, escritor y periodista abulense Maximiliano Fernández, que analiza la personalidad "contradictoria" de 'Fígaro'.

'Larra, en las elecciones de 1836. Cómplices y adversarios', es el título de este trabajo presentado hoy en el Museo 'Adolfo Suárez y la Transición', en Cebreros, que está incluido en la colección 'Libros Singulares', con la edición de 500 ejemplares.

Así lo ha explicado en rueda de prensa el gerente del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Alejandro Sarmiento, que ha acompañado al autor del libro, junto con el alcalde de esta localidad abulense, Ángel Luis Alonso.

Maximiliano Fernández ha precisado que este trabajo de 231 páginas "no es una hagiografía, ni una biografía laudatoria, sino una biografía un tanto crítica" de Larra, que a su juicio también fue "un excelente articulista y escritor, con una visión del mundo extraordinaria".

No obstante, el autor ha señalado que el escritor romántico cae en "contradicciones", ya que decía que no se iba a meter en política y lo hizo, se declaraba progresista y se presentó por el partido liberal-moderado y, además, "entró en el juego de las influencias".

Fernández trata de centrarse en la "figura humana de Larra, con sus grandezas y contradicciones, su delicadeza e incumplimientos, sus frustraciones políticas, sus problemas económicos, familiares, amorosos... y su limitada capacidad para asumir críticas, censuras y amarguras existenciales, que le llevaron a su trágico final".

Un final que el periodista abulense no vincula tanto al desengaño amoroso tras la ruptura con su musa, Dolores Armijo, como con "el fracaso final y la crítica", que son las que realmente "le hunden".

El libro se centra de manera especial en la elección como diputado por Ávila en las elecciones de junio de 1836, de quien está considerado uno de los mayores exponentes del romanticismo español.

Según Fernández, aquellos comicios se desarrollaron "en medio de un entramado político y periodístico, cuando menos oscuro y sospechoso en sus procedimientos", en el que tanto el Boletín Oficial de la Provincia, como el periódico 'El Español', del que era redactor, "no sólo apoyaron su candidatura, sino que fueron utilizados en contra de sus adversarios políticos, para evitar que recibieran votos".

Así lo sostiene en la introducción del libro el escritor y periodista abulense, quien se refiere a Mariano José de Larra como "candidato cunero" en Ávila, circunscripción por la que decidió presentarse por ser "cercana" a Madrid y "más fácil" para resultar elegido, debido a los apoyos recibidos desde diferentes instancias.

En este trabajo, Fernández trata de demostrar las "sospechas" de anteriores publicaciones sobre la consecución del acta de diputado estaban fundamentadas, para lo cual se basa en cartas, artículos y textos de 'Fígaro', así como en su correspondencia con las autoridades locales.

"Evidencian sus maniobras y la implicación por parte de Larra en un indudable tráfico de influencias para compensarles sus servicios", sostiene Maximiliano Fernández, quien se refiere, entre otros, al gobernador de la época, Domingo Ruiz de la Vega, o al intendente general de Ávila, Alfonso Carrero, tío de Dolores Armijo -musa del poeta-, como "verdaderos muñidores" en su favor "a cambio de ascensos y favores en la administración".

Asimismo señala que, pese a resultar elegido, "no reunía los requisitos económicos exigidos para presentarse", aunque destaca su "avanzada visión del mundo" en aquella época.



El Instituto de la Lengua edita un libro crítico con Larra que analiza sus contradicciones.

José Ángel Barrueco - "No hay camino al paraíso"

José Ángel Barrueco - "No hay camino al paraíso" (J. H. - laopiniondezamora.es)

Barrueco se estrena como poeta con un libro que presenta tonos autobiográficos.

El volumen «No hay camino al paraíso» recoge los textos del escritor zamorano y otras escrituras de Javier Das.



Conocíamos al novelista, conocíamos al autor de obras teatrales, conocíamos al columnista (lo es en este periódico). Y, ahora, aparece el poeta. José Angel Barrueco publica «Le aplastaré con mis versos», que es letra hecha carne: porque ha surgido de la vida. Si el zamorano dice que el libro «gira en torno de la familia», así será.

Es testimonial y, quizá, duro con algunos aspectos del pasado. O tal se intuye. A veces, no obstante, hay que mirar hacia atrás, para continuar el camino, después, sin perder de vista el horizonte. El libro acoge 48 poemas, que se agrupan en tres secciones. El tono: Como un desahogo sereno, como una confesión valiente y, al mismo tiempo, un poco triste. Porque habla de soledades, de silencios, de sensaciones.
Son poemas narrativos. No admitían, seguramente, otro género y otra forma. Pero la emoción sobrevuela aquí y allí. Se cuentan cosas (¿sucesos o así?) y se convocan recuerdos. En ocasiones, aparece el apunte dramático. Son poemas que también recrean escenas. Pasados los años, el día de mañana... El tiempo suele ser buen lenitivo. No obstante, entre las libertades está la rebelión. Que puede ejercerse con aparente pasividad. Barrueco escribe: «El silencio, a veces, / es más poderoso que un puñetazo». Al menos, rotundo. Inapelable.

Una cuestión, tras la rápida lectura del poemario, podía ser ésta: ¿Ha sido un libro difícil de escribir? Si se habla, en algún momento, de «días de dolor y desesperanza», ¿esa circunstancia vital ha requerido que el tiempo cauterizador haga su labor? El volumen también debe leerse como crónica y relato, historia y confesión. La vida es camino que se hace al andar y al detenerse. Mirar con seguridad al pasado –los golpes, a la larga, fortalecen– es desmitificar el pasado. Si el zamorano se desnuda emocionalmente en algunos poemas, da prueba de firmeza. Esta lírica también es una poesía de la experiencia.

Nada de su escritura anterior, aún con asuntos autobiográficos, había elegido esta vía, que no resulta fácil. Con anterioridad, Barrueco (1972) optó por la novela («Recuerdos de un cine de barrio», « Monólogo de un canalla» y «Te escribiré una novela»), el teatro («Vengo de matar a un hombre»), el cuento («El hilo de la ficción») y el microrrelato.

El poemario del zamorano aparece con otro de Javier Das («Sin frío en las manos»), y los dos configuran el libro «No hay camino al paraíso», publicado por la editorial madrileña "Ya lo dijo Casimiro Parker". Los dos: Testimoniales. Los dos: se enfrentan a las adversidades con estoicismo y refrenada valentía.



José Angel Barrueco, escritor zamorano

Isaac Díaz Pardo, membro honorario da Real Academia Galega de Belas Artes: ""Moitas gracias por esta cousa, o que pasa é que teño moitos anos"

Isaac Díaz Pardo, membro honorario da Real Academia Galega de Belas Artes: ""Moitas gracias por esta cousa, o que pasa é que teño moitos anos" (farodevigo.es)

Díaz Pardo Ingresou onte como membro honorario da Real Academia Galega de Belas Artes.

"O que pasa é que teño moitos anos". Así rematou Isaac Díaz Pardo o discurso que onte pronunciou en agradecemento á Real Academia Galega de Belas Artes polo seu ingreso como membro honorario, feito que el atribuiu a "Mercedes (a presidenta a Academia) e outros armadanzas".

A cerimonia celebrouse no salón de actos da Academia e a ela asistiron, entre outros, o alcalde de A Coruña, Javier Losada; o teniente de Alcalde, Henrique Tello; o reitor da Universidade da Coruña, José María Barja, así como membros da institución e amigos do artista.

Despois dunha breve introducción a cargo da presidenta da Academia, María de las Mercedes Goicoa Fernández, e da intervención do académico e secretario xeral da institución, Ángel Luis Hueso Montón, quen deu conta do proceso de proposición e aprobación por maioría absoluta de Díaz Pardo como membro de honra da institución, Díaz Pardo, acompañado por dous académicos, entrou na sala, que o recibiu en pé e con aplausos.

"Este nomeamento supón o cumprimento dunha débeda que a Academia ten cunha xeración que se forma nos años da República e que soubo manter un compromiso de lealdade cos principios culturais, sociais e políticos que forxaron a súa personalidade ata o presente", dixo a presidenta da institución, María de las Mercedes Goicoa Fernández, no seu discurso, no que destacou a "dilatada e intensa actividade vital en pro das artes e a cultura" de Díaz Pardo, a quen definiou como "un defensor a ultranza da cultura galega, da liberdade e da pluralidade".

A presidenta repasou os feitos máis destacados na traxectoria do artista compostelán e, ao remate do seu discurso, fíxolle entrega a éste da Medalla e do diploma correspondentes.

Tocáballe o turno ao flamante membro honorario. Díaz Pardo pediu un micro "para que se me oia, porque xa non teño voz, nin oído…" e, tras asegurar que o seu ingreso se debía á iniciativa de "Mercedes e outros armadanzas, como algún rapaz que xa ten barba branca que está por aquí", agradeceu –"como non vou agradecer?"– por tódalas cousas que a presidenta dixera del e que "son máis ou menos así".

"Eu, hai 25 ou 30 anos non tiña ningún título nin premio", dixo o artista, quen sinalou a publicación do seu libro Galicia hoy como o motivo de que lle empezasen a chegar os recoñecementos, aínda que non polo libro en sí, segundo el bromeou, senon porque na contraportada deste se incluía unha relación de tódolos seus "fracasos".
Entre estes fracasos nomeou Díaz Pardo, comezando polo seu nacemento na "casa da tumbona". O seguinte feito que o artista considerou un fracaso foi a tempada en que, mentres estudiaba Belas Artes en Madrid, pintaba e vendía retratos. "Ésa non era a miña ocupación", afirma.



Díaz Pardo recibe a acreditación como académico da man da presidenta, Mercedes Goicoa.

Emilio J. García Wiedemann ("Los Proverbios y cantares de Antonio Machado"): "La derecha no ha cesado en sus intentos de 'recuperar' a Machado"

Emilio J. García Wiedemann ("Los Proverbios y cantares de Antonio Machado"): "La derecha no ha cesado en sus intentos de 'recuperar' a Machado" (J. L. Tapia - ideal.es)

El ensayista acaba de publicar el estudio de la relación del poeta sevillano con la filosofía a través de 'Proverbios y cantares'.


En el setenta aniversario de la muerte de Machado y en el centenario de la aparición de sus primeros 'Proverbios y cantares', aparece un libro que se dedica por entero a su estudio. En su prólogo, Pedro Cerezo Galán señala: «Es este un libro escrito a medias entre la literatura y la filosofía, en esa frontera donde suelen ocurrir los hallazgos más interesantes, y está dedicado a un tema central, que constituyó una preocupación constante del poeta/pensador Antonio Machado, el círculo entre poesía y filosofía, en camino de ida y vuelta, o en autorreflexión permanente». Emilio J. García-Wiedemann es el autor de este estudio sobre el poeta sevillano.

-¿En qué consiste 'Los Proverbios y cantares de Antonio Machado'?

-El libro 'Los Proverbios y cantares de Antonio Machado' es un estudio de ese corpus poético, en el que se abordan cuestiones como la adscripción o no de Machado al Modernismo o al 98, a la vez que se analizan muy pormenorizadamente aspectos relacionados con la unidad de la obra machadiana, junto con el seguimiento de la evolución poética operada en el sevillano.

-¿Qué caracteriza el pensamiento de Antonio Machado?

-Es extraordinariamente actual y vivo. Aunque suene a tópico manido, habría que empezar por aquello tan suyo de «ser, en el buen sentido de la palabra, bueno». Toda una corriente de sintonía cordial con 'el otro', que se plasma poéticamente en la lucha que diariamente libra: «Yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas». Lo importante para Machado es incorporar, convertir lo leído en vida y devolverlo a la vida, despersonalizado, a través de una voz distinta.

-¿Hasta qué punto está presente la filosofía en la obra de Machado?

-Aunque Machado sostiene con toda cordialidad, por boca de Juan de Mairena, que «hay hombres que van de la poética a la filosofía, otros van de la filosofía a la poética; lo inevitable es ir de lo uno a lo otro». Parece estar fuera de toda duda que el trato que Machado da a la filosofía no consiste en una mera relación lúdica, como de pasatiempo. Para Machado, la filosofía es la forma más profunda de reflexión sobre cosas o relaciones; lo que exige, según él, privarla de antemano del pedestal de la abstracción y del lenguaje críptico. Por eso es, ante todo, socrático y, como Sócrates, maestro de esa ironía que ya muestra en verso. Machado es un adelantado de un existencialismo con carácter propio y matices perfectamente diferenciados.

-¿Se ha usado con fines políticos el pensamiento de Machado?

-Un autor de la potencia intelectual, humana y poética de Antonio Machado es una tentación para los políticos, sobre todo para aquellos que menos escrúpulos tienen. En este sentido, habida cuenta de que había dejado patente cuál era su concepción del mundo y su consideración política, siempre comprometida con la causa del pueblo, no es extraño el intento de recuperación que de su figura pretendió hacer la derecha española. Recuérdese, por ejemplo, el 'Prólogo' de Dionisio Ridruejo fechado en octubre de 1940 a la quinta edición de 'Poesías Completas', titulado muy gráficamente como 'El poeta rescatado'. Esos intentos de 'recuperación' no han cesado hasta prácticamente la actualidad.

-¿Con qué tópicos acaba o pretende derribar este 'Proverbios y cantares'?

-Parte de la crítica despachó los 'Proverbios y cantares' con el juicio de que se trataba de simples «caprichos de pensador». Usó y abusó del cliché según el cual Machado habría agotado su fuente lírica por culpa de la filosofía. Incluso se llegó a decir que era una determinada «poesía de circunstancias». Este libro deja claro, por un lado, que Machado tenía una intención perfectamente definida a la hora de abordar los 'Proverbios y cantares' como un cuerpo perfectamente orgánico en su obra; que pone en serias dificultades a los amantes de los tópicos, a la hora de definir poesía y filosofía.

-¿Qué le debe García Lorca a Machado?

-Puede decirse que le enseñó la profundidad de la sencillez, amor de lo pequeño, humanidad lisa y libre de tópicos, honda sensibilidad poética y el respeto y amor a las enseñanzas del maestro pueblo.

-¿Algún trabajo más, en cartera, sobre Machado?

-Sí, uno prácticamente acabado sobre la filosofía machadiana en el que se ofrecen cotejos de textos de Antonio Machado con otros de Feurbach, en los que se puede apreciar una sintonía que no se ha puesto de manifiesto hasta la actualidad.



Emilio J. García Wiedemann posa con el libro.

Ildefonso Falcones ("La mano de Fátima"): "Nadie cambia de religión por la fuerza"

Ildefonso Falcones ("La mano de Fátima"): "Nadie cambia de religión por la fuerza" (I. Esteban - lavozdigital.es)

Falcones retrata la vida doméstica y secreta de los moriscos en su nueva obra.

Con La catedral del mar rompió todas las previsiones. Ildefonso Falcones era un respetado abogado barcelonés y un perfecto desconocido en la literatura, que publicaba con discreción su primera novela en marzo de 2006. Pero el fenómeno se desbordó por todos los lados, hasta llegar a los cuatro millones de ejemplares vendidos en 40 países. El dogmatismo religioso y los caballos en la época imperial de España encuadran la nueva obra de Falcones, La mano de Fátima.

-Los moriscos comulgaban de misa pero luego escupían la forma sagrada. ¿No había modo de convencerles?

-Por más presiones que ejerciera el poder católico no fue capaz de arracarles sus creencias, que practicaban desde niños a escondidas, dentro de sus familias. Copiaban o imprimían el Corán a escondidas. Era algo necesario para mantener su religión.

-¿No cambiaban mediante la amenaza de la violencia?

-La perspectiva de los católicos fue en este aspecto bastante ingenua, porque no basta con bautizar y obligar la gente a cumplir unos ritos para convertirles de verdad a esa fe. Nadie cambia de religión por la fuerza.

-¿Por qué ha elegido Córdoba como contexto para su novela?

-Después de la guerra de las Alpujarras, los moriscos granadinos fueron dispersados por toda la península, y uno de los sitios más importantes en los que se asentaron fue Córdoba, y además fue allí donde Felipe II trató de criar una raza de caballos cortesanos, llamada la española, que además le salió bien.

-¿Cree que ahora se vuelve a la intolerancia religiosa que usted critica en esta obra?

-No creo que estemos en una época intolerante. Aparte de una serie de errores que ha podido cometer la jerarquía eclesiástica, yo creo que los españoles somos extremadamente tolerantes. Todos los grupos religiosos practican ahora su fe, aunque dentro de ellas pueda haber sus problemas. Es improbable que vuelva a pasar una cosa como la que ocurrió en el siglo XVI, aunque nunca se sabe. Las masacres nazis son relativamente recientes.

-¿Qué libro recomendaría sobre estos temas para el lector que quiera profundizar en ellos?

-Para empezar, yo citaría uno que me gusta mucho, Los moriscos del reino de Granada, de Julio Caro Baroja.

-Después del éxito La catedral del mar, ¿ha sentido la presión de tener que estar a la altura de las expectativas?

-No, no he sentido ningún tipo de presión, al menos trabajando, porque en caso contrario no habría disfrutado de la escritura. Llevo 30 años trabajando como abogado, y cuando a un cliente le ganas un pleito quiere que también le ganes el siguiente y el siguiente. Pero eso es imposible. Sólo puedes poner profesionalidad, trabajo y cariño y luego esperar que funcione.

-Usted confesó que la editorial le había reescrito La catedral del mar y ahora siempre se lo recuerdan.

-Nadie me reescribió la novela. Hay gente que incluso va diciendo que no la escribí yo. La obra pasó por un necesario proceso de editing, es decir, de correcciones y sugerencias que te hacen los editores y que tú las aceptas o no.

La editorial Tusquets, 40 años en la brecha

La editorial Tusquets, 40 años en la brecha (Rosa Mora - elpais.com)

Beatriz de Moura y Antonio López Lamadrid repasan la trayectoria de la editorial. En su catálogo conviven Kundera, Mankell y Almudena Grandes.


Beatriz de Moura y Antonio, Toni, López Lamadrid celebran los 40 años de Tusquets Ediciones y sus respectivos 70º cumpleaños. Y lo hacen sin nostalgia, aunque sin olvidar su historia y con los ojos muy abiertos puestos en el futuro. "Del futuro lo único jodido es la edad", dice López. Lo demás son proyectos e ilusión. Estos días les han preguntado hasta la saciedad si van a vender la editorial. No, aseguran. "La editorial nos sobrevivirá. Hemos formado un equipo buenísimo y luego tenemos las filiales de México y Argentina que, a nivel pequeño, están muy valoradas y funcionan bien", dice López. Están contentos también con los proyectos más próximos. El nuevo libro de Haruki Murakami, 1Q84, un homenaje a George Orwell, que en Japón ha aparecido en dos volúmenes. El escritor japonés ha sido una sorpresa tan agradable como en su día lo fue Milan Kundera. Empezó a publicarlo Anagrama pero lo dejó. Más tarde, al enterarse de que los derechos estaban libres, Tusquets se hizo con ellos. Los tres primeros (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Sputnik, mi amor y Al sur de la frontera, al oeste del sol) vendieron poco. Pero la cosa cambió a partir de Tokio blues.

El sueco Henning Mankell publicará una nueva novela, Un hombre inquieto, protagonizada por el policía Kurt Wallander. La tercera buena noticia de Tusquets es Almudena Grandes. La escritora está trabajando en una saga de seis novelas sobre la posguerra española que empezará a publicarse el próximo año. "Serán como unos episodios nacionales del siglo XX", ríe López.

Beatriz de Moura fundó Tusquets Editores en 1968 con su primer marido, el arquitecto Óscar Tusquets, en un piso de 70 metros cuadrados, con el equivalente a lo que hoy son 1.500 euros. En 1969, sacaron sus dos primeras colecciones, Marginales y Cuadernos Ínfimos. Durante el franquismo les prohibieron 25 títulos, les secuestraron uno y censuraron 21. En 1977, se incorporó Toni, procedente y aburrido de la industria textil.

Tusquets tiene un fondo de 2.300 títulos y publica 65 novedades al año. En su catálogo -han hecho una excelente edición para el 40º aniversario- está desde Groucho Marx a Ernst Jünger, Woody Allen, Leonardo Sciascia, John Irving, John Updike, Luis Landero, Leonardo Padura, Marguerite Duras, Cristina Fernández Cubas o Georges Simenon. Su registro es muy amplio:, narrativa, poesía, ensayo, memorias, bolsillo... Luis G. Berlanga creó en 1977 con De Moura La Sonrisa Vertical, de narrativa erótica. "Dentro de 100 años, cuando nadie se acuerde de Tusquets, todos recordarán a Berlanga", afirma De Moura.

-¿Cuál ha sido el libro más vendido?

-Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, en 1971, con900.000 ejemplares. Luego, La insoportable levedad del ser, de Kundera, 700.000 ejemplares.

-¿Y el que peor ha ido?

-Viaje a Cotiledonia, de Cristóbal Serra. Sólo 100 copias.

López y de Moura tienen una espina clavada: Jorge Semprún. "Es una de mis frustraciones. Es un escritor extraordinario, coherente con el siglo que le ha tocado vivir. Sus libros deberían venderse más", afirma Lamadrid. "Quizá se deba a que durante muchos años estuvo prohibido en España. Creo que los jóvenes empiezan a recuperarlo". Pase lo que pase, Tusquets seguirá publicando sus libros.

Un disgusto de otro tipo ha sido la marcha de Javier Cercas y de su Anatomía de un instante a otra editorial (Mondadori, del Grupo Random House). Prefieren no hablar de ello, pero le desean suerte.

-¿Qué ha sido lo mejor de estos 40 años?

Responde De Moura: "Lo mejor ha sido Toni, porque si no se hubiera comprometido con la sociedad en 1977 hoy no estaríamos aquí hablando de libros, de historia y de futuro".

-¿Y lo peor?

-Google. Sin comentarios.

López Lamadrid pide que se unan editores, escritores y agentes literarios para encarar juntos el futuro digital. ¿Es posible? "Es posible y necesario. Si no lo hacemos, será un mundo de Google. Lo primero es establecer las reglas de juego que aún no están hechas. Se tardará varios años. Es imprescindible un acuerdo global en la gestión de los derechos de autor". Tusquets, además de editorial, es agencia literaria. "Cuidamos mucho la relación con los autores", dice De Moura.

Las cosas casi nunca han sido fáciles para Tusquets. No lo fueron al principio, pero supieron luego evitar lo que el editor Giorgio Einaudi definía como "una peligrosa crisis de crecimiento". Les fue por los pelos. Entre 1995 y 2000 vieron años complicados y a punto estuvieron de naufragar. Primero vendieron el 40% de sus acciones al Grupo Planeta. No funcionó y en abril de 1998 las recompraron. En noviembre de ese año volvieron a caer en la tentación y vendieron el 50% a RBA. En 2000 salieron de ese grupo pies para qué os quiero. "Si hablamos de lo peor que nos ha pasado en estos 40 años debemos mencionar a algunas asociaciones empresariales nefastas", recuerda López. "Pero es de justicia decir que José Manuel Lara Bosch se portó como un señor cuando nos fuimos".De Moura está convencida de que en el futuro la industria editorial será "radicalmente distinta". "En 2050, hacer ficción será fácil y publicar en papel también, con tiradas ajustadas, mirando siempre la calidad, para librerías que serán como galerías de arte. Nos adaptaremos a las innovaciones manteniendo siempre, insisto, la calidad".

Y mientras preparan, con sus colaboradores, a Tusquets para ese futuro, abordan temas más inmediatos. Por ejemplo, Toni y Beatriz, esa recalcitrante pareja de hecho ni siquiera registrada, están ilusionados con casarse.



Beatriz de Moura y Antonio López Lamadrid

Jacques Dupin, el poeta que dialogaba con Miró

Jacques Dupin, el poeta que dialogaba con Miró (Catalina Serra - elpais.com)

La fundación del artista dedica una exposición a la relación entre el pintor y el escritor Jacques Dupin.

"¿Considera que no gana nada frecuentando a la gente?", le preguntó Georges Raillard a Joan Miró, alérgico a las relaciones sociales, en su famoso libro El color de mis sueños. "Sí, el diálogo con gente que me gusta de verdad, con la que me entiendo y me interesa. Los poetas. Como Jacques Dupin. Jacques es un gran amigo, y un gran poeta. Acabo de grabar un libro para sus poemas", contestó el artista. El libro se exhibe ahora en la exposición Miró-Dupin. Arte y poesía que hasta el 18 de octubre puede verse en la Fundación Miró de Barcelona, entidad que en el marco del 20º aniversario de la muerte del artista ha querido rendir homenaje al poeta francés que, también, escribió en 1961 una de las mejores monografías sobre su obra y es el autor del catálogo razonado de sus pinturas y esculturas.

En un curioso gesto entre huraño y socarrón, Jacques Dupin (Privas, Francia, 1927) lo miraba ayer todo desde una cierta distancia. Lleva un mes de homenaje porque a mediados de mayo ya estuvo en Barcelona en unas jornadas sobre su obra poética que organizaba Arts Santa Mónica y que ahora se ha publicado en forma de libro. Le emocionó, dice, que un conjunto de poetas se hubieran conjurado para traducir algunos de sus poemas al catalán y calificó la exposición de "notable", si bien lamentó que no se hubiera incluido la relación de Miró con otros poetas además de él mismo.

"Queríamos centrarnos en Dupin, es un homenaje, aunque sí hay referencias a otros poetas", se justificaba Rosa Maria Malet, directora de la fundación. La exposición, un estimulante recorrido por algunas de las obras más "poéticas" de Miró, se ha realizado con obras de la propia colección en un montaje renovado y que incluye algunas perlas (como el minimalista Paysage de 1968, un cuadro totalmente blanco con sólo un punto negro) que habitualmente no se exhiben.

La pintura se combina además con una interesante selección de los libros de la biblioteca particular de Miró (que la familia depositó en 2007 en la fundación barcelonesa) y con una selección de dibujos. También se exhiben libros ilustrados con poesías de Dupin y grabados de Miró y de otros artistas como Tàpies, Giacometti, Joan Mitchell o André Masson (con los que trabajó o mantuvo relación Dupin en su trayectoria personal y profesional), así como un curioso montaje con sus poemas, que puntúan toda la muestra y que tiene su cénit en los paneles en los que se han escrito algunos de los títulos de los grabados de Miró (como Les armes du sommeil) que escribía Dupin. "Cuando le conocí, en 1954, yo me encargaba de las ediciones de la galería Maeght y él ya no tenía ganas ni tiempo de poner títulos a todos los grabados que hacía", comentaba Dupin. "Siempre tenía en cuenta la obra y después le consultaba". No eran títulos-poesía como los que ponía el propio Miró a sus obras (Un oiseau pursuit une abeille et la baise), pero mantenían su carácter evocador.




Jacques Dupin ante dos obras de la muestra Miró-Dupin arte y poesía, ayer en la Fundación Miró.