lunes, 24 de agosto de 2009

Luis García Montero: "Escribo poesía porque me horrorizan los dogmas"

Luis García Montero: "Escribo poesía porque me horrorizan los dogmas" (María S. Nieto - lavozdigital.es)

–¿Por qué Rota, Luis?

–Me gusta poco la playa y cuando mi mujer quiso buscar un sitio de veraneo le dije que a parte de playa, me convenía tener un buen amigo cerca con el que tomar copas. Vengo aquí porque es el pueblo de Benítez-Reyes. Él me arrastró a mí y detrás nuestra han ido viniendo otros amigos como Benjamín Prado, Ángeles Aguilera, Sabina...

–Para las tardes de verano, ¿Una buena novela o una caña con los amigos?

–Elegiría una buena novela, porque con los amigos siempre podría quedar para tomar una copa por la noche.

–¿Para quién escribe poesía?

–Escribo poesía pensando en un lector ideal. Escribir es inventarse lectores. El lector que yo pretendo crear es alguien que pide tiempo necesario para huir de los dogmas. Escribo poesía porque me horrorizan los dogmas.

–¿Su poesía no tiene prejuicios?

–Trabajar es quitar prejuicios. Todos tenemos prejuicios. Por eso se empieza a escribir con una papelera al lado. Y vamos tirando papeles sucios...

–Decía Juan José Téllez que siempre que escribe poesía se ahorra tiempo en psiquiatras...

–Ríe–. No siempre. Creo que la psiquiatría es el único negocio donde el cliente no tiene la razón. La poesía no sustituye a la psiquiatría porque es un esfuerzo por hacernos dueños de nuestras propias razones.

–¿Cuál es el mejor libro que ha leído?

–Como me resulta tan difícil elegir desde un punto de vista literario, voy a elegir desde un punto de vista humano. Una novela de Almudena Grandes: Atlas de Geografía Humana.

–¿Y el peor?

–El 80% de las mañanas pienso que los peores libros son los que escribo yo.

–Usted dijo que Almudena era su «amor secreto».

–Sí, es muy conocida mi relación con Almudena, mi amor por Almudena... Y, sin embargo, lo que hay entre nosotros va más allá de lo que conoce la gente o lo que hay en la literatura. Pesan más en mí los secretos que tenemos que lo que se sabe de nosotros.

–¿Qué echa de menos del amigo Ángel González?

–Mucho. Ángel sabía escuchar, sabía mirar. Era capaz de comprender y dar buenos consejos. Echo de menos su presencia diaria.

–¿Algún vicio mundano?

–He dejado de fumar y bebo mucho menos. Mi vicio más preocupante son los años.

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