domingo, 8 de noviembre de 2009

John Boyne - "La casa del propósito especial". "La URSS trató a la gente peor que los zares" (entrevista)

John Boyne - "La casa del propósito especial". "La URSS trató a la gente peor que los zares" (entrevista) (Xavi Ayén - lavanguardia.es)

"La Rusia zarista no ha sido casi tratada por los escritores contemporáneos".

Lleva camisa a rayas, como un guiño al título que lo catapultó a la estratosfera de los best sellers mundiales. El niño con el pijama de rayas, publicado por primera vez en el 2006, acumula ya cinco millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Pero Boyne es un autor suficientemente ambicioso como para no estancarse en un título y ha decidido ir creciendo como escritor. Tras aquel pijama llegó Motín en la Bounty (2008) y, ahora, La casa del propósito especial, que publican Salamandra en castellano y Empúries en catalán. En esta novela, un anciano visita a su esposa enferma en un hospital londinense y rememora su vida como servidor del último zar de Rusia, Nicolás II, y su familia.

- Su suerte en el mundo editorial cambió a raíz de su encuentro con el mítico editor de Oxford David Fickling, ¿no?

- Había publicado ya tres novelas, yo admiraba a Fickling, el descubridor de autores com Philip Pullman o Mark Haddon, así que le envié el manuscrito de El niño con el pijama de rayas y viajé a Oxford para comentarlo con él. Yo estaba muy nervioso, sudaba... Estuve hablando con él en su despacho durante dos interminables horas, mareando la perdiz... sin que él acabara de pronunciarse, me iba haciendo una pregunta tras otra. Me hizo sentir inseguro, pero al final me confesó que todo aquello era para impresionarme. Yo sabía que si él me lo publicaba es que el libro era muy bueno, porque sentía dentro de mí que aquel libro era o fantástico o terrible, una de las dos opciones... pero no sabía cuál.

- Esta novela es muy diferente a las suyas anteriores, más compleja, como si subiera un peldaño en su exigencia literaria. ¿Es así?

- El pijama cambió mi carrera y mi vida. Pero fue el primer escalón del camino para convertirme en el escritor que quiero ser. Sí, este libro es un progeso en mi carrera, señala la ambición que quiero tener. Quiero ser un novelista más maduro. Aquí he puesto muchísima atención en el lenguaje, en las frases, en los personajes... todo está mucho más cuidado, he escrito ya siete novelas y soy un narrador más experimentado. No es un accidente que el narrador tenga 80 años, quería alguien con toda esa experiencia acumulada.

- ¿Le ha pesado la tradición narrativa rusa?

- Lo primero que pensé es que la época histórica que describo no ha sido casi tratada por los escritores contemporáneos, así que, en realidad, se me aparecía como un campo virgen. He sido, ciertamente, muy influenciado por Tolstói, en especial por Anna Karénina, porque este libro mío es, también, una historia de amor. Quería toda esa nieve, esos carruajes... no me intimidaba la tradición, me estimulaba. ¿Por qué dejar este tema solamente a los escritores del XIX?

- También es la historia de un matrimonio...

- Es una historia de amor a lo largo de 60 años de unidad, ellos siguen ahí, juntos, tras todos esos tiempos difíciles y se quieren y son una roca el uno para el otro. A veces están lejos porque ella no asume el pasado.

- Es también una novela de crecimiento...

- Sí, cada vez el personaje va acumulando más experiencia y, de hecho, cuando habla él de chico en San Petersburgo, la voz de ese narrador es la del escritor que yo he sido hasta ahora; y cuando es el anciano el que narra se escucha al escritor que quiero ser en el futuro. Yo también paso de escritor joven a escritor maduro en esta obra.

- ¿Por qué la caída de los zares?

- Buscaba un momento dramático, épico, dos mundos en tránsito que fueran en paralelo a la conversión de niño a hombre del narrador.

- El clímax de la ejecución de los Romanov se inspira en algo, ¿verdad?

- Cuando era adolescente, en unas vacaciones en casa de mis abuelos, me encontré con la biografía de Nicolás y Alejandra, no sabía nada de historia pero devoré ese volumen como si se tratara de una novela. Y sí, el pasaje de la ejecución me marcó.

- Aparecen el zar, Rasputín y otros personajes reales. ¿Qué porcentaje de ficción ha añadido en sus personalidades?

- He estudiado mucho cómo eran y me he formado mi propia idea a partir de los datos. Creo sinceramente que debían de ser así, no les añado cualidades.

- Pero el zar no era tan buen padre, dicen algunos...

- Hasta donde yo puedo comprender, sí lo era. Los zares se esforzaron por tener una familia unida, eran muy cariñosos, se llevaban a su hijo como acompañante a todos los sitios. Eran buenos padres, en el contexto de su época y del cargo que ostentaban.

- ¿Y qué hay de la princesa Anastasia? ¿Qué le pasó realmente? ¿Cree que consiguió huir?

- Probablemente murió al mismo tiempo que sus padres, es un misterio que nunca se aclarará y las novelas pueden especular libremente.

- ¿Qué hubiera pasado en Rusia de haber mantenido el sistema monárquico?

- Con la revolución, Rusia se convirtió en un país todavía más autocrático, como también lo es ahora y lo ha sido casi siempre, con la excepción del período de Mijaíl Gorbachev. La URSS trató a la gente peor que los zares.

- Usted subraya las relaciones familiares entre las monarquías europeas...

- Fíjese que las tres grandes figuras de la primera guerra mundial eran todos primos: el kaiser Guillermo, el zar y el rey de Inglaterra. Si hubieran solucionado sus disputas familiares de otro modo, no hubiera muerto tantísima gente. Esta novela la ha escrito en Rusia, viviendo en los escenarios de los hechos. Es más apropiado vivir en el lugar de los hechos. Si necesitas describir un palacio y puedes ir a visitarlo, el resultado es mucho mejor. Es un método que repetiré... ahora que me lo puedo permitir.

- Su historia de que lo dejó todo para escribir ¿es cierta o una exageración de algún departamento de marketing?

- ¡Es totalmente cierta! En 24 horas cambié toda mi vida. Me di cuenta de que quería ser escritor a tiempo completo, me fui al pub con los empleados de la librería donde trabajaba, les dejé las llaves y huí a la playa, alquilé una casita y me puse a escribir durante un año, encerrado, sin hablar con nadie.

- "Siendo tan vendido, seguro que escribe de forma sencilla", le deben de decir todavía algunos...

- No hay contradicción entre vender mucho y la calidad literaria. Autores como John Irving o Philip Roth, ejemplos de excelencia narrativa, colocan sus novelas en los números uno cada vez que sacan una novedad. Ahora, en Irlanda, el libro más vendido del 2008 ha sido el último de Colm Tóibín. Cuando escribo sólo pienso en hacer un buen libro, no en vender mucho o en tener buenas críticas. Son cosas que me gustan pero no pienso en ellas.

- Del pijama algunos han dicho que no retrata con suficiente crudeza el holocausto...

- El final sí es muy cruel. No es una descripción gráfica del horror y la violencia no se muestra en cada página. Pero creo que así el efecto es todavía más horroroso.

- ¿Cómo es un día normal en su vida?

- Suena el despertador a las 6,20 h, me siento en el escritorio a las 7.30 h, trabajo en mi novela hasta mediodía y el resto de la jornada hago mis cosas: leer, cocinar, tocar la guitarra, pasear...

- ¿Cómo es posible que todavía haya cuatro novelas inéditas suyas en castellano y catalán?

- Ésa es una pregunta para las editoriales. Ya estamos contratando algunas de ellas. Yo no abjuro de ellas, las defiendo completamente. No son novelas primerizas, The fieth of time (2000) es muy importante, contiene ya temas que me interesan mucho.

- ¿Qué escribe ahora?

- Un cuento de hadas dirigido al público juvenil, aunque lo podrán leer los adultos también, espero.

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