domingo, 17 de enero de 2010

Jon Kortazar y el argentino Pedro Lopepé hallan nuevos datos sobre el abuelo vasco de Julio Cortázar

Jon Kortazar y el argentino Pedro Lopepé hallan nuevos datos sobre el abuelo vasco de Julio Cortázar (Maite redondo, Ander Egiluz - deia.com)

Por el lado paterno, Cortázar es un apellido vasco. Me han dicho incluso que hay una aldea en el País Vasco que tiene ese nombre, que yo no he visitado nunca. Mi abuelo era uno de esos vascos que emigró a la Argentina y que en una de las provincias del Norte, en Salta, se dedicó a la agricultura y tal vez un poco a la ganadería. No lo sé bien. Nunca me interesó el árbol genealógico. Incluso me faltan datos concretos. No conozco muy bien mis antecedentes". El gran escritor argentino Julio Cortázar -que nació accidentalmente en Bruselas, en 1914, mientras los obuses estallaban en la ciudad- recordaba así sus raíces vascas durante una entrevista que le realizaron para TVE en 1977.

Pero lo cierto es que si el autor de obras claves de la literatura contemporánea como Rayuela, El perseguidor o Bestiario, se hubiera acercado a Euskadi, se habría podido reencontrar con sus raíces. Podría haberse paseado por las angostas calles de Ea donde vivieron sus bisabuelos y su abuelo, y haber visitado el puerto, donde discurría la vida de sus familiares, marinos mercantes, habituales en los viajes al otro lado del Atlántico.

Hasta ahora, poco o casi nada se conocía de la ascendencia del escritor argentino. Se había apuntado que su abuelo, Pedro Valentín Cortázar, provenía de Ea y que había llegado a Salta, ciudad en el norte del país, donde se había casado y donde vivió hasta su muerte. Un abogado argentino, Pedro Lopepé, y el escritor, ensayista y crítico literario Jon Kortazar han realizado una rigurosa investigación para profundizar en los orígenes vascos de Julio Cortázar, un escritor que ocupa un lugar de honor entre los más grandes autores del siglo XX, maestro del cuento al lado de figuras como Jorge Luis Borges, Anton Chejov y Edgar Allan Poe.

- El abuelo de Julio.

Pedro Lopepé es un prestigioso abogado de Buenos Aires que siempre ha sentido una gran fascinación por el escritor argentino. Conoce a Jon Kortazar desde hace tiempo y siempre le ha preguntado si era familiar del autor de Rayuela. Lo cierto es que la familia del ensayista vasco y la de Julio Cortázar han compartido hasta dos apellidos, Cortázar Mendiola. "Pero mi familia proviene de Busturia y la de Julio, de Ea", aclara el escritor, Premio Lauaxeta 2009.

"Pedro ha viajado en numerosas ocasiones desde Buenos Aires para bucear en la vida del abuelo de Cortázar en Salta, y yo, he investigado en Ea. Hemos encontrado más datos que nos permiten conocer mejor quién era Pedro Valentín Cortázar".

Kortazar encontró en el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia el acta de bautismo del abuelo del escritor. "El día quince de octubre de mil ocho cientos y cuarenta, yo el infraescrito Beneficiado y Cura de la Parroquia San Juan Bautista de Puebla de Ea, bauticé solemnemente a una criatura, que según relación de su abuela materna, nació a las doce horas del medio día, a quien puse por nombre Pedro Balentín: hijo del Xitiano Matrimonio de Balentín de Cortázar y de Josefa de Mendiola ambos naturales vecinos y parroquianos de esta: Abuelos paternos Francisco de Cortázar, y María Martina de Ugarriza ambos naturales vecinos y parroquianos de esta, maternos José de Mendiola y Josefa de Eguia, él natural de Yspaster y ella de Dima, vecinos y parroquianos de esta".

"Todo el mundo pensaba que había emigrado a Argentina, pero Lopepé encontró datos en Salta que contradecían esta hipótesis. Era marino como su padre y su cuñado. Empezó a navegar con 13 ó 14 años y llegó a ser teniente de navío mercante. Probablemente lo que pasó es que en estos viajes, decidió quedarse en Argentina, aunque desconocemos el motivo", explica Jon Kortazar. Se ignora también en qué año llegó a Argentina, y si llegó por Buenos Aires o por Chile. Se suele citar la fecha de 1860 como año de su llegada. En 1875 se casó en Salta con Carmen Arias. La casa en la que vivieron se ha convertido en un museo histórico. Tuvieron siete hijos: Pedro José, Antonia, Augusto, Desiderio Pablo, Julio José -el padre de Julio Cortázar-, María y Carmen Rosa.

La familia mantuvo un alto nivel económico en la sociedad salteña y Pedro Valentín llegó a dirigir el Banco Hipotecario Nacional. Murió el 29 de diciembre de 1912, a causa de un aneurisma de aorta.

- Julio y su padre.

Probablemente, el hecho de que el padre del escritor abandonara a la familia fue por lo que Julio Cortázar mostró un fuerte desapego para con su rama paterna. El abuelo, Pedro Valentín Cortázar Mendiola, había muerto dos años antes de que él naciera, por lo que nunca pudo contarle nada de sus raíces. Tampoco tuvo oportunidad de tratar estos temas con su progenitor, de quien llegó a decir que "nunca hizo nada por nosotros".

El padre desapareció junto con otra mujer cuando Julio tenía seis años, dejando a su madre, una mujer muy culta, en una situación penosa, a cargo de dos hijos y en una Argentina "machista al cien por cien", que nunca habría aceptado que ejerciese ninguna profesión liberal, a pesar de que "habría sido una traductora estupenda", ya que sabía inglés, alemán, francés y castellano. No volvió a tener noticias hasta que, muchos años más tarde, recibió una correspondencia del abogado notificándole su muerte "por un papel que había que firmar y ese tipo de cosas...".

- Jon Kortazar intenta localizar el caserío en el que vivieron los Landeta Cortázar (M. Redondo, A. Egiluz - deia.com)

Pero, ¿quedan todavía familiares de Julio Cortázar en Ea? Esta es una segunda cuestión que el escritor y ensayista Jon Kortazar está intentando averiguar. Kortazar se ha puesto en contacto con el alcalde de la localidad, Asier Madarieta, para intentar encontrar más datos de dónde vivió exactamente la familia del escritor argentino de origen vasco.

De su bisabuelo se ha encontrado bastante más documentación. Al igual que Pedro Valentín, era también capitán de barco. Según relata el escritor vasco, "se quedó huérfano de padre muy joven y empezó a navegar para mantener a sus hermanos y a su madre, fundamentalmente pescando bacalao en los países nórdicos.

Se sabe que cuando se retiró se instaló definitivamente en Ea y allí vivió con su mujer y su hija. Jon Kortazar cuenta incluso una curiosa anécdota de la que han podido encontrar documentación. Al parecer, fue sorprendido por los carabineros en Ea al intentar desembarcar material de contrabando de un viaje a la Habana. El suceso se saldó con el pago de una fuerte multa.

Las propiedades del bisabuelo, que deberían haber pasado a Pedro Valentín Cortázar por ser el primogénito, pasaron a manos de la hermana de éste, Martina Josefa Cortázar. Esta mujer contrajo matrimonio con Genaro Landeta, con quien tuvo siete hijos.

- Siglo XX.

En 1900 la familia del escritor seguía viviendo en Ea. Al parecer, se localizaron por esa época varios Landeta Cortázar, de los que se ha encontrado poca información, por ahora. Filomena, Martina y Gerbasio Landeta Cortázar murieron en la localidad vizcaina, pero no en el caserío, sino en un piso de la Calle Nueva -hoy en día Kale Barria-. De estos tres se sabe que ninguno contrajo matrimonio: las dos hermanas fallecieron solteras y entradas en años, pero Gerbasio murió con tan sólo 38 años.

De los otros cuatro hermanos sólo se conoce el nombre: Pedro Balentin, Josefa, Genaro y Antonio. En estos momentos se investiga la localización del caserío familiar en el que vivieron los hermanos del abuelo de Cortázar.

- Letras para la eternidad (M. Redondo, A. Egiluz - deia.com)

El escritor Julio Cortázar fue un argentino nacido en Bruselas y enterrado en París. Vivió en Bélgica, Suiza, Argentina, Italia, Francia... Además de castellano, hablaba un magnífico inglés y un depurado francés, y chapurreaba italiano; pero nunca entonó el euskera.

Cronopio por antonomasia, creó la figura casi humana de estos seres "como poetas, asociales, que viven al margen de las cosas"; retrató a los famas -grandes gerentes de los bancos y presidentes de las repúblicas- y a las esperanzas -a medio camino entre los dos anteriores-. Caricaturizó así, con rebeldía y pluma surrealista, la cotidianidad de la vida. No sólo en Historias de cronopios y de famas (1962), sino en toda su obra.

Sabía hablar en el idioma de los jóvenes y hacerse entender entre los adultos, aunque a veces no fuese consciente de a quien se dirigía: "Escribí Rayuela para mí, es decir, para un hombre de más de cuarenta años y su circunstancia -otros hombres y mujeres de más de cuarenta años-", dejó escrito en sus papeles inesperados. "Y mientras los viejos, los lectores lógicos de ese libro, escogían quedarse al margen (…), los jóvenes hicieron otro libro de ese libro que no les había estado conscientemente destinado".

Rayuela (1963), "la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura", según el autor, revolucionó la literatura hispanoamericana por esa manera de romper la línea cronológica del tiempo y por la profundidad psicológica de cada uno de sus personajes: Oliveira, La Maga, Gregorovius... Todos ellos amantes del jazz, en mayor o menor medida; como el autor.

Julio admiraba a los jazzmen, especialmente a Charlie Parker, el yardbird. En él se basó para escribir El perseguidor (1959), relato corto publicado en Las armas secretas. Años más tarde se daría cuenta de que era "un primer germen de Rayuela, una pequeña rayuelita".

También le deslumbraban los boxeadores, porque luchan uno contra uno y porque a veces gana el más débil, con quien él "siempre estaba". Julio también luchó por Latinoamérica, contra el imperialismo norteamericano. Era muy argentino, a pesar de que su nacimiento en la embajada argentina de Bruselas "fue un producto del turismo y la diplomacia" y, también, a pesar de no haberse podido deshacer, en sus 70 años de vida, de esa erre, que pronunciaba como un fgancés. Quizás estaba predestinado a ser universal.

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